Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de este año no dejan de traerle buenas noticias a Londres, en un contexto socio-económico, al menos, delicado.
Según las proyecciones de Visa Europa, los turistas que visiten territorio inglés durante su estadía por el evento deportivo de mayor prestigio en el mundo gastarán una cifra cercana a los mil millones de dólares y supondrá una inyección de unos 8 mil millones hasta el 2015.
A lo largo de las siete semanas, según estos cálculos, los visitantes gastarían el doble que en Sydney 2000 y Atenas 2004, transformándose en una cifra récord. Según quienes realizaron las proyecciones, esto se debe a la provechosa posición geográfica del país europeo.

Vuelta de un clásico

Por otra parte, con la llegada de los deportistas y los turistas, Londres recupera sus famosos autobuses rojos de dos pisos, sin puertas, en los que se puede subir y bajar en movimiento, en una versión más cómoda, aerodinámica y ecológica, según información de la BBC News en su web.
Uno de los símbolos ingleses, los clásicos ‘Routemasters’, retirados de circulación en diciembre de 2005 por problemas de seguridad y accesibilidad, totalizarán en total ocho buses que marcharán sobre la ruta 38 con tecnología para evitar accidentes -los posibles atropellos se han tratado de solucionar con una gran pantalla de cristal en la parte de atrás del autobús que permite ver el tráfico-, y aprovechar de la mejor manera la energía utilizada.

Rojos y verdes

Los “nuevos clásicos” utilizan un motor híbrido, un sistema de frenado novedoso y algunos materiales ligeros utilizados en los monopostos de Fórmula Uno.
Aunque el  director de operaciones del Metro de Londres, Mike Weston, confía en que estos  autobuses serán “un espectáculo muy apreciado en las calles de Londres”, para el parlamentario laborista David Lamy, la puesta en marcha del nuevo servicio tiene un coste muy elevado. Cada nuevo autobús supone un precio de 1,4 millones de libras (aproximadamente 2 millones de dólares) comparados con el autobús de dos pisos tradicional que cuesta unas 190.000 libras.
Como fue parte de una promesa electoral durante la campaña de 2008, el alcalde conservador de Londres, Boris Johnson, defendió el proyecto haciendo referencia a la importancia económica que tendrán para las industrias manufactureras del país, además de conseguir una capital “más limpia, más verde y m&aacute