A veces las grandes oportunidades, manejadas con poca previsión, traen fortuna a corto plazo pero terminan dejando un contexto poco alentador. Eso parece haberle ocurrido a Irlanda, país que entre 2001 y 2007 tuvo un importante auge económico que permitió que el país avanzara vorazmente en infraestructura turística, construyendo más de un centenar de hoteles en donde fuera posible, ya sean centros claves, a la vera de la ruta y caminos principales y, por qué no, a mitad de la nada. Y en 2007 la burbuja inmobiliaria les explotó en la cara.
Hoy, muchos de esos grandes emprendimientos han pasado a ser “hoteles zombie”, término acuñado por el economista Peter Bacon para describir la gestión de la mayor parte de los establecimientos que ha sido encomendada a empresas cuya misión es mantener el negocio a flote y no tener ni ganancias, ni pérdidas, sobre las operaciones.
Tal táctica ha causado una fuerte competencia con respecto a las tarifas, batalla que ha encendido la luz de alerta para los hoteleros tradicionales. Es por ello que la Federación de Hoteles irlandesa mantiene una situación tensa con el gobierno irlandés para que estos “hoteles zombie” cierren. Hasta el momento en los altos mandos se ha mantenido una posición neutra. Por otra parte, son muchos los que creen en la importancia de estos hoteles cuando el turismo vuelva a subir en el país (en 2011 los arribos crecieron