El metro de Londres: de Harry Potter a miles de ratones
Es caro, ruidoso, caluroso y tiene una pésima calidad del aire. Pero nadie en la capital del Reino Unido puede vivir sin él. El metro de Londres, más conocido como The Tube (el tubo) por el arco de los túneles y los vagones, no es tan subterráneo como su nombre oficial, Underground, lo presenta: sólo el 45% de su red circula bajo tierra, el resto es lo más parecido a un tren ligero que conecta a la ciudad de Shakespeare con los suburbios.
Sus 4.134 vehículos recorren cada día 408 kilómetros, lo que lo convierten en el tercero más extenso del mundo, por detrás del de Pekín y Shanghái. Casi nadie puede dar fe que ha visitado sus 274 estaciones, al menos, en una jornada. Pero siempre hay alguien que quiere batir un récord, y los británicos Andi James y Steve Wilson han logrado poner un pie en cada una de ellas en 16 horas y media.
El metro homenajea a Harry Potter y Sherlock Holmes
Las escaleras mecánicas es el medio más usado para descender a los andenes, y como si fuera una de las salas de Hogwarts, en Waterloo hay un total de 23 escaleras que suben y bajan automáticamente.
Hablando de Harry Potter, en King’s Cross (técnicamente no en la red de metro, sino en el sector ferroviario) hay una plataforma con la placa 9 ¾, en homenaje al personaje de J.K. Rowling: medio carro incrustado con la pared, con maletas vintage y un búho blanco es el atrezo ideal para que los fanáticos de la saga se hagan la fotografía de rigor.
Otro personaje homenajeado es Sherlock Holmes: el viajero que baje en Baker Street verá los azulejos de la estación con la silueta del popular detective creado por Arthur Conan Doyle. Muchos turistas bajan aquí para llegar hasta Abbey Road, y transitar por el paso de cebra que inmortalizaron The Beatles.
El metro londinense tiene una pésima calidad del aire
Si el metro siempre es caluroso (diez grados más que en el exterior), cabe recordar que recién en 2010 llegó el primer coche con aire acondicionado. Y su calidad del aire dista de ser la ideal.
El aire del metro es de mala calidad. Pero asusta cuando los estudios revelan que en este transporte el aire es 73 veces peor que el que se respira en la superficie, y que un viaje de 40 minutos en la red equivale a fumar dos cigarrillos.
Si se prohibió fumar en el metro no fue por motivos de salubridad: la medida llegó en 1987, luego que un incendio en King’s Cross acabara con la vida de 31 personas. Pero este no fue el peor accidente: en 1943, 173 personas murieron en la tragedia de la estación Bethnal Green.
Este transporte también tiene su catálogo de fantasmas
Hay, como es de esperar en la mejor tradición inglesa, un largo historial de fenómenos paranormales y apariciones en este transporte. Se dice que en Vauxhall se ve el fantasma de un trabajador muy alto, y otro empleado aparece cada tanto entre las estaciones de Oval y Stockwell, en la línea Norte. Del incendio en King’s Cross vuelven algunas ánimas, y en Bethnal se escucharían gritos de los muertos de aquel accidente.
En Bakerloo hay testigos que juran que ven vagones fantasma, la aparición de una monja negra es popular en la conexión entre Bank y Monument, mientras que en Becontree el fantasma de la estación es el de una mujer rubia sin rostro.
Leyendas apartes, lo cierto es que la estación de Aldgate ha sido construida sobre una antigua fosa común, donde había más de mil cuerpos enterrados.
Miles y miles de ratones viven en la red
Durante la Segunda Guerra Mundial, la red de metro sirvió de refugio a los londinenses cuando caían las bombas nazis, y un tramo de la línea Picadilly fue cerrada para que el Museo Británico pueda proteger parte de su valioso tesoro.
Una auténtica fauna vive bajo tierra, como murciélagos, pequeñas culebras, pájaros carpinteros, gavilanes y palomas. Para evitar que estas aves nidifiquen en las estaciones, Northfields fue la primera en utilizar halcones para espantarlas.
Pero los auténticos amos son los ratones, que se calcula que hay medio millón de ejemplares conviviendo entre los rieles y vagones. Y hasta hay un animal endémico en la red: el Culex Molestus, un mosquito que fue descubierto en el interior del metro. Y sí, su nombre científico parece un hechizo de Harry
Recomendado para vos