Según anunció el jefe de Casa Civil Antonio Palocci, la presidenta Dilma Rousseff se reunió el martes con el ministro de Aviación Civil Wagner Bittencourt y definió cuáles son las reformas necesarias en los aeropuertos de Guarulhos, en San Pablo, Viracopos, en Campinas, y Brasilia, en la capital.
Dentro de poco se anunciarán los planes para las bases aéreas de Belo Horizonte y Río de Janeiro. "La presidenta ya definió el criterio de concesión de los servicios para las terminales de Guarulhos, Viracopos y Brasilia. Dentro de poco tiempo tendremos modificaciones en las normativas de concesión de los tres principales aeropuertos que necesitan inversiones", subrayó Palocci.
Con esta decisión el Partido de los Trabajadores (PT) -opuesto a las privatizaciones impulsadas por gobiernos anteriores, tal como sucedió en el caso de las telecomunicaciones- abrirá a las empresas privadas la posibilidad de explotación del sector aeroportuario, el único que aún está totalmente en manos del Estado. Hasta el momento, las 67 principales terminales aéreas del país son administradas por la pública Infraero.
Según informó Palocci, la idea oficial es dividir la administración de los grandes aeropuertos entre los sectores público y privado para así captar más recursos, acelerar las obras e introducir competencia en el sector.
Las concesiones se realizarán por licitación y en mayo se conocerán los primeros detalles del asunto. "La presidenta también pidió que la Secretaría avance en los estudios sobre Confins y Galeao, que también son aeropuertos prioritarios. Por lo tanto, cinco grandes bases aéreas estarán en el corto plazo en manos de privados en régimen de concesión", indicó Palocci.
El jefe de gabinete aseguró que la mandataria descartó la construcción de un tercer aeropuerto en San Pablo. Además de los problemas que presenta el terreno en la zona inicialmente escogida, la nueva base competiría con Viracopos y complicaría así los planes de Dilma Rousseff de transformar esa terminal en "un aeropuerto del futuro con espacio para la ampliación", comentaron fuentes cercanas a la presidenta. IDEOLOGÍA de lado La concesión de los aeropuertos a privados fue un asunto sistemáticamente postergado por el gobierno del antecesor de Rousseff, Lula Da Silva. De hecho, en las últimas campañas presidenciales las privatizaciones fueron duramente criticadas por el PT.
Pero, según participantes del encuentro de ministros del lunes, la mandataria fue enfática a la hora de reconocer que será imposible ampliar la capacidad de transporte de pasajeros aéreos si no se cuenta con capital privado. Es que el gobierno enfrenta una creciente demanda interna y corre contrarreloj de cara al Mundial de Fútbol de 2014 y a los Juegos Olímpicos de 2016. "Dilma cree que hacer una concesión al sector privado es la única manera de enfrentar la deficiencia de la infraestructura aeroportuaria brasileña", afirmó un ministro.
Para Paulo Resende, coordinador del sector de logística en infraestructura de la Fundación Don Cabral, la decisión de conceder a la iniciativa privada algunas de las principales bases aéreas del país muestra que, ante las necesidades del sector, la faceta técnica de Rousseff está primando sobre su perfil político. "La voz de administradora sonó más alto.
En otras áreas de la economía se aprecia una tendencia a una mayor centralización estatal, pero en el caso de la aviación la ideología quedó de lado", aseguró. Algunos técnicos involucrados en el asunto aseguraron que el gobierno no quiere acabar con Infraero y que adoptará un sistema híbrido de administración aeroportuaria.
La idea, sostienen, es que la firma estatal mantenga 34 terminales en varios puntos del país. Las demás entrarían en el régimen de concesión parcial o serían transferidas a los gobiernos o municipios, que podrían cumplir un papel similar al de los privados. "Es importante mantener Infraero, que será guiada hacia un proceso de apertura de capital en el futuro", explicó un experto. Denuncian presión cambiaria de EE.UU.
La presidenta Dilma Rousseff responsabilizó a los países desarrollados por inyectar liquidez en el mercado mundial, afectando a las economías en desarrollo, y prometió actuar enérgicamente contra la inflación. "La presión monetaria" originada en las economías centrales estimulan el "exceso de liquidez" y "generan desequilibrios cambiarios e inflacionarios" perjudiciales para las "economías emergentes", afirmó Rousseff, que es economista.
La mandataria expuso el martes ante el Consejo de Desarrollo Económico Social, reunido en Brasilia y del cual forman parte ministros, empresarios y sindicalistas. En tanto el ministro de Hacienda, Guido Mantega, aseguró que uno de los temas que perjudican a la mayor economía latinoamericana es que en los últimos cinco años el dólar se devaluó más del 45% ante la moneda local, el real.
Usando un lenguaje más directo que el de Rousseff, el ministro de Hacienda dijo que "hay políticas monetarias expansionistas de Estados Unidos y Europa, que están colocando muchos dólares en la economía mundial". Y "esos dólares no van al consumo o la inversión, van a la especulación en commodities" que son colocados en el mercado futuro, alimentando la inflación en los países en vías de desarrollo, agregó Mantega. Por otra parte la mandataria brasileña aseguró que, pese a los problemas en el mercado internacional, Brasil no se transformó en pa&iac