En un país que nos ha acostumbrado a bailar más samba que tango, porque es más movido, ¿qué reflexionaás sobre haber sostenido una empresa y haber crecido como empresario durante estos 26 años?
En principio, mucha satisfacción. Comenzó como un sueño, siendo minorista, pero como para el futuro tenía la idea de ser operador, abrí la empresa como tal. Me ayudó mucho el hecho de estar en esta región, ya que siempre vivimos turbulencias. Por ejemplo, el Efecto Tequila, en el 94, me hizo percatar que tenía que orientar el negocio hacia otro lado. Ahí comencé con Estados Unidos, y le siguieron Brasil y México.

¿El secreto?
Mucho trabajo, una conducta activa de trabajo, a nivel local e internacional. Es importante haber armado equipos, porque el trabajo no se hace solo. Se producía una fusión entre los que venían con su experiencia, y lo que yo les pedía, habiendo siendo minorista y marcando lo que me gustaba de los operadores con los que trabajé. 

También pasó el 2001.
Fue un cimbronazo. Frente a esa terrible prueba, le respetamos a las agencias lo que sus clientes habían pagado. Algo similar ocurrió con los operadores del exterior con los que tuvimos que sentarnos y explicarles, que no era una cuestión de Halifax Viajes, que queríamos abonar lo acordado, pero tenían que tener paciencia. 
En alguna ocasión mencionaste que de aquellos inicios, cuando empezaste, hay algo que se ha roto: la ética, tanto entre agentes de viajes como operadores, OTAs…
También incluiría a los pasajeros. Cuando había una relación comercial agencia-operador, pasajero-agencia, lo que fuere, nuestros clientes nos consultaban y nosotros los asesorábamos. Porque esa era nuestra función, asesorar. Hoy pasamos a ser un cotizador más de los tantos, no se valora todo lo que damos. Y el tema hoy se agravó más con la llegada de los Smartphones, porque la gente mira el mail con la oferta, no lee, y termina contratando algo a las apuradas. 

¿Por qué no se pudo concientizar al cliente?
Pero eso es algo que escapa a nuestra actividad, es más una cuestión sociológica. El ser humano está desbordado de información, por eso termina desinformado. Sigo sin entender por qué, un viaje que se hará dentro de seis meses, hay que resolverlo en 15 minutos. Entonces, termina comprando un pasaje barato, pero a un solo punto, cuando en realidad quieren tocar cinco. Después sacar todos esos internos encarece terriblemente el gasto. 

¿Quiere decir, que la relación entre las partes mutó?
Antes decíamos que había pasajeros y clientes. El pasajero era que el pasaba una vez y el cliente era el que concurría asiduamente. Hoy el cliente no existe más y lo denomino consumidor, que es el que no tiene ningún compromiso. La otra vez, reflexionaba, ¿por qué se llama Defensa del Consumidor y no Defensa del Cliente? Porque con los clientes uno nunca tiene problemas. Y si los tiene, se resuelven.

Formaste parte de AVIABUE –fue vicepresidente, vocal y se postuló como presidente, en 2004-, AAOVyT e integrás el Comité Visite Brasil como también el Visit USA y FAEVYT. ¿Qué te atrae de la actividad dirigencial?
Aprendí hace muchos años que cualquier buena idea que yo tuviese no podía llevarla a cabo bajo el en nombre de Halifax, sino que debía ser por medio de una Asociación. Me ha hecho crecer mucho como profesional. No nos olvidemos que mi generación viene de una época en la que todo había que hacerlo manualmente, y eran horas de trabajo. Entonces, o amabas esta profesión o te quedabas afuera. Lo que nosotros llamábamos trabajar se hacía con tanto placer! Eran más horas con menos herramientas. Hoy se trabaja menos pero con más herramientas. El trabajo se convirtió en algo más administrativo, cuando antes era más creativo.