Un milagro en el aire
Un boleto que costaba US$ 410,30, incluyendo cargos nominales por equipaje y reserva, en 1995 (en dólares de 2010) ahora se vende por US$ 337,97, y eso incluye US$ 21,66 cargos por equipaje y reserva, según el departamento.
Sacando esos cargos, el precio actual es 21% más bajo, en términos reales, que en 1995.
La más débil
Estos cálculos sombríos están causando estragos, en particular en American Airlines, de AMR Corp., que actualmente es la más débil de las grandes aerolíneas, en parte porque no se acogió a la protección de la ley de bancarrota hace unos años. Sus principales rivales, en cambio, lograron reducir sus costos en la corte. Además, se perdió una ola de consolidación en el sector.
El precio de su acción se derrumbó el lunes y perdió 33% de su valor, debido a renovados temores de que la tercera aerolínea de EE.UU. por tráfico podría verse obligada a solicitar protección bajo la ley de bancarrota. El título se recuperó el martes, al avanzar 21% a US$2,39, gracias a inversionistas que buscaban gangas. AMR aseguró el lunes que no había noticias de la empresa que explicaran la volatilidad de la acción.
Asimismo, reiteró que no busca reestructurarse en la corte y que trabaja con ahínco para mejorar su desempeño.
Pérdidas en la década
No obstante, lo que plaga a American también acosa al resto de la industria, que ha acumulado US$ 55.000 millones en pérdidas en la última década. Estructuralmente, el negocio de las aerolíneas tiene una alta demanda de capital y de empleados, está muy apalancado y es ferozmente competitivo.
Además, es vulnerable a factores externos como el terrorismo, aumentos en los precios del petróleo, una menguante confianza de los consumidores y altos impuestos. Aunque la industria genera miles de millones de dólares en ingresos anuales, en raras ocasiones es capaz de cubrir sus enormes gastos, y mucho menos reportar un retorno decente sobre el capital invertido.
Los pasajeros adoran acusar a las aerolíneas de estafarlos, y la confusa variedad de tarifas se suma a la indignación. Una nueva serie de cargos para acceder a mejores asientos, filas de seguridad más rápidas y comidas a bordo sólo los enoja más. El año pasado, los viajeros dentro de EE.UU. gastaron un promedio de US$ 21,66, por boleto de ida y vuelta, en tarifas para cambiar reservas y registrar equipaje, según datos del Departamento de Transporte.
Sin embargo, las aerolíneas, que enfrentan el desafío de que las tarifas caen mientras sus costos aumentan, no tienen otra opción más que tratar de embolsar cada moneda que puedan conseguir.
De hecho, los pasajes ahora representan apenas 71% de los ingresos totales de las aerolíneas de EE.UU., frente a 88% en 1990, según el Departamento de Transporte. El resto proviene de tarifas por, entre otras cosas, cambios de reservas y servicio de lista de espera, equipaje, comida a bordo y transporte de mascotas.
American, al igual que sus rivales, intenta impulsar sus fuentes alternativas de ingresos. En el segundo trimestre, la aerolínea con sede en Fort Worth, estado de Texas, consiguió US$ 659 millones en concepto de "otros ingresos", lo que representó un alza de 5,5% frente al mismo período del año pasado. Esa suma, no obstante, fue sólo 11% de sus ingresos trimestrales totales de US$ 6.100 millones. La empresa registró una pérdida neta de US$ 286 millones en el trimestre y, según los analistas, se encamina a perder dinero el resto de este año y durante todo 2012.
Competencia al rojo vivo
A pesar de numerosas fusiones a lo largo de los años, la competencia en el sector dentro de EE.UU. sigue estando al rojo vivo. Las aerolíneas de descuento, que tienden a actuar como la policía de los precios, ahora cubren alrededor de tres cuartos del territorio nacional. Últimamente, han aparecido las aerolíneas de "costo ultra bajo", encabezadas por Spirit Airlines Inc., que vende boletos desde US$ 9 y gana dinero al cobrarles a los pasajeros por cosas como asignarles un asiento y llevar equipaje en la cabina.
Los vuelos a destinos internacionales tienen precios más altos pero representan menos de la mitad de la capacidad de las mayores aerolíneas estadounidenses.