Todavía falta para vuelos bien verdes
Después de seis meses, la aerolínea alemana Lufthansa ha dado por concluida sus pruebas de utilización de biodiésel. El último vuelo fue el de un Boeing 747-400 que dejó Fráncfort del Meno con dirección a Washington. La empresa dice que con la utilización del biocombustible logró un ahorro total de 1500 toneladas de CO2. En su fase de prueba, Lufthansa operó 1187 vuelos domésticos entre Hamburgo y Fráncfort usando una mezcla en proporciones iguales de biocombustible y queroseno regular.
Positivo pero aún no suficiente
Lufthansa, según sus declaraciones, no volverá a usar el biodiésel hasta que la producción indonesa de las plantas de jatrofa –de donde se extrae la biomasa para su elaboración- se incremente al nivel de poder asegurar el suministro requerido para operaciones regulares. “En una fase posterior, nos concentraremos en la sostenibilidad y la certificación de las materias primas”, anunció Buse.
Pero aunque Lufthansa consiguiese el suministro de biomasa requerido, la producción del combustible resultaría muy difícil. Así lo explicó a DW, Arne Roth del think tank Bauhaus Luftfahrt con sede en Múnich. “Las refinerías para producirlo se diferencian de las otras; en este momento no existen en suficiente número”, concluye.
Alimentos o combustibles
El anuncio de la Unión Europea de que comenzaría este año a incluir el sector de la aviación en el sistema comunitario de derecho de emisiones de efecto invernadero originó una competencia entre las aerolíneas por reducir lo más posible sus respectivas huellas de carbono.
Así, si por un lado Lufthansa afirma que usar bioqueroseno reduce las emisiones en un 50 por ciento, organizaciones ecologistas sostienen que esto depende mucho de la fuente de la biomasa; en algunos biocombustibles se usa aceite de palma, cuyo cultivo conlleva hambre en las zonas en que se produce. “El problema es que existe una reducción global de tierra cultivable”, explica por su parte Gesche Jürgens de Greenpeace. “Tenemos que decidir si queremos usar la tierra para producir biocombustibles o alimentos. Si optamos por los alimentos, para el biocombustibles requeriremos campos adicionales. Ésto significará acabar con áreas boscosas en algún lugar del mundo”, añade.
Greenwash para la primera clase
Según Jürgen Schmid del Instituto Fraunhofer para Energía Eólica y Tecnología de Sistemas Energéticos, “si se utiliza biomasa para producir combustible, se aprovecha de ella sólo el 50 por ciento de su capacidad energética. El resto se pierde en el proceso, lo cual resulta complejo y costoso”. Si se tiene en cuenta la cantidad de tierra necesaria para producir la biomasa, “usar el combustible tradicional resulta más benigno para el medio ambiente”, concluye Schmid. Otras posibilidades Con todo, la empresa alemana podría ya haber encontrado una salida en este debate de alimentos contra biocombustibles.
El mes pasado, la empresa australiana Algae Tec anunció haber logrado un primer acuerdo con Lufthansa para analizar el potencial de algas de criadero. Por otro lado, se ha dado a conocer que British Airways planea a partir de 2015 vuelos con biocombustibles extraídos de residuos. Y, por su parte, su rival Virgin Atlantic prevé que para el 2014 podrá volar usando gas extraído del