Polémica en el Carnaval de Río
El patrocinio de una empresa transnacional a una escuela de samba llevó a la fiesta la controversia sobre el uso de los agrotóxicos.
La escuela Unidos de Vila Isabel creó la samba "La Villa canta a Brasil, el mayor granero del mundo – Agua en el frijol que llegó uno más", que homenajea a los agricultores.
"...Saciar el hambre con la plantación… arar y cultivar el suelo, ver brotar el viejo sueño de alimentar al mundo…", dicen fragmentos de la letra de la samba compuesta por Arlindo Cruz, Martinho da Vila, Andre Diniz, Tonico da Vila y Leonel, para el desfile creado por la especialista Rosa Magalhaes.
Se trata de un homenaje bienvenido por grupos como el Movimiento de los Sin Tierra (MST), que forma parte de la "Campaña Permanente contra los Agrotóxicos y por la Vida".
"La letra de la canción refleja de forma impecable la belleza de la agricultura campesina y familiar brasileña", dijo a IPS la activista Nivia dos Santos, integrante de la coordinación nacional de esa campaña y de la dirección del MST en Río de Janeiro.
"Es un tema importante para nosotros, que luchamos por una agricultura sin venenos y que pueda producir alimentos saludables para toda la población", añadió.
Pero el MST denuncia un problema: el patrocinio del desfile de Vila Isabel. La comparsa, una de las 12 del Grupo Especial que cada año despliega su arte en el Sambódromo de Río de Janeiro, recibió el apoyo financiero del grupo transnacional alemán BASF, la mayor compañía química del mundo, con importante presencia en Brasil.
"Denunciamos que Vila Isabel está siendo usada por el agronegocio brasileño para promover su imagen, manchada por el veneno, por el trabajo esclavo, por la deforestación, por la contaminación de las aguas del país y por tantos otros problemas", dice la carta enviada a la escuela de samba por la campaña contra los agrotóxicos.
"El agronegocio, que no derrama ni una gota de sudor en la azada, ni comparte ni protege y mucho menos bendice la tierra, quiere apropiarse de la imagen de los campesinos y de la agricultura familiar", subraya.
A su juicio, el objetivo es "continuar lucrándose a costa del envenenamiento del pueblo brasileño", argumenta la campaña, en un juego de palabras con la letra de la canción.
El MST considera que es contradictorio que una empresa que "vende semillas transgénicas y venenos para el agronegocio" pretenda vincularse con la producción de alimentos saludables.
"Lo que nos causó espanto e insatisfacción es que este bonito desfile haya sido patrocinado por la BASF. Esa multinacional alemana produce agrotóxicos y causa degradación ambiental y contaminación de nuestros alimentos", señaló Dos Santos.
En una comunicación enviada a IPS, la empresa BASF Brasil respondió que apoyó el desfile por "la oportunidad de abordar un mensaje ampliamente discutido nacional e internacionalmente (la producción de alimentos de calidad para atender la creciente demanda de la población global), de forma lúdica y accesible para todos los públicos".
Aseguró que el patrocinio es parte de la estrategia de su Unidad de Protección de Cultivos de América del Sur, "cuyo enfoque principal es la valorización de la agricultura nacional".
La dirección de Vila Isabel, dos veces campeona del Carnaval carioca, argumenta que aceptó ese apoyo para su presentación, porque el financiamiento de la alcaldía resulta insuficiente.
Las escuelas de samba tienen que invertir enormes recursos para pagar disfraces, efectos especiales y lujosas escenografías, entre otros requerimientos del desfile. "Nuestro Carnaval es la valorización del hombre del campo. No pondremos en la avenida (el sambódromo) ninguna máquina agrícola", explicó la escuela.
"En nuestros disfraces y alegorías, retratamos la naturaleza y el hombre del campo, no solo los grandes agricultores", explicó la vicepresidenta de Vila Isabel, Elizabeth Aquino, según un comunicado del MST.
Aquino añadió que el reglamento de la Liga Independiente de las Escuelas de Samba, organizadora del desfile de Río, prohíbe cualquier tipo de comercialización y, por ello, ni el nombre ni el logotipo de BASF aparecerán en el sambódromo, una pasarela diseñada especialmente por el recién fallecido arquitecto Oscar Niemeyer para el desfile de esta fiesta popular única.
No habrá apología de la BASF, insistió Aquino, y en cambio sí "hablamos de preservación de animales", dijo.
El MST recordó que, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, el pequeño agricultor aporta 70 por ciento de los alimentos que consumen las familias del país, pese a ocupar solo 25 por ciento de la tierra cultivada.
También destacó que, pese a recibir solo 14 por ciento del crédito oficial para la producción del sector, la agricultura familiar emplea nueve veces más personas por área cultivada y genera un tercio de las exportaciones agropecuarias.
"El otro modelo de producción agrícola, el agronegocio, recibe 86 por ciento de crédito y tiene 75 por ciento de las tierras, pero produce apenas 30 por ciento de los alimentos que componen la alimentación de la población", informa.
BASF Brasil apeló a otras cifras. Recordó que según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), en 10 años la demanda mundial de alimentos crecerá 20 por ciento y que Brasil podrá satisfacer cuatro por ciento de ese requerimiento adicional.
Agregó que en los últimos 35 años el país dejó de ser importador para convertirse en uno de los mayores exportadores de alimentos, y que el agronegocio contribuye desde hace 13 años de manera "decisiva" con el superávit primario en su balanza comercial.
"La compañía cree que el agricultor brasileño puede ayudar a alimentar al mundo de forma sustentable", sintetizó.
La Campaña Permanente contra los Agrotóxicos y por la Vida opina de modo muy diferente. En la carta a Vila Isabel destaca que la cantidad de agrotóxicos usados en la agricultura brasileña ha causado la contaminación en los ríos, la lluvia, el suelo y hasta la leche materna.
"Los daños a la salud van desde dolores de cabeza, mareos y hasta depresión, pudiendo llevar al suicidio y diversos tipos de cáncer, incluyendo los de cerebro, pulmón, próstata, linfoma, como pudo comprobar en 2012 la Asociación Brasileña de Salud Colectiva", destacaron los firmantes.
Según la nutricionista Sueli Couto, del Instituto Nacional de Cáncer (Inca), casi dos tercios de los alimentos que consumen los brasileños contienen residuos de agrotóxicos.
"Cuarenta por ciento de los tipos de cáncer son prevenibles", indica al explicar que "el trabajo del Inca es promover una alimentación saludable. Y alimentación saludable es la producida por el pequeño agricultor", dijo en ese comunicado la nutricionista, participante en la Campaña.
Andre Burigo, de la estatal Fundación Fiocruz, que también apoya la campaña, señaló que, desde 2008, Brasil es el mayor consumidor de agrotóxicos del mundo.
La BASF "intentará aprovecharse de una samba para crear una imagen indirecta unida a la biodiversidad. Pero el agrotóxico no combina con la biodiversidad", sostuvo Burigo en el comunicado.
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