Pararrayos: paranoia y obsesión
El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) advierte que instalar pararrayos a lo largo de la Costa no es la mejor alternativa. Los especialistas explican que es inviable y que, además, tendría un impacto ambiental negativo.
Los estudios pudieron realizarse porque el INTI cuenta con el único laboratorio en la Argentina en el que se prueban los pararrayos. Desde mediados de la década de 1990 se realizan en el país ensayos destinados a verificar su efectividad a la hora de captar las descargas eléctricas originadas en las tormentas.
La caída de rayos en la costa atlántica y sus fatales consecuencias, llevaron a considerar la conveniencia de colocar pararrayos en las playas balnearias. Como el área de cobertura de cada pararrayos, en el mejor de los casos es de 100 metros, habría que instalar cientos de pararrayos a lo largo de toda la costa, uno cada 200 metros. Esto, además de ser inviable, obligaría a realizar una evaluación de impacto ambiental en relación con la modificación del paisaje.
Los riesgos de los pararrayos
Pero además existe un inconveniente aún mayor que la cantidad de pararrayos que habría que instalar. El físico Mario Pecorelli, del Laboratorio de Alta Tensión del INTI, explica: “Cuando en una tormenta un rayo es captado por un pararrayos, la corriente ingresa a la tierra y se dispersa por ella, estableciendo indefectiblemente una diferencia de potencial eléctrico en el suelo, en la proximidad del pararrayos, que puede ascender a varias decenas de miles de voltios. Si el pararrayos estuviera ubicado en la playa, la tensión aparecería entre los pies de cualquier persona que se encontrara cerca, poniendo en riesgo su vida”.
Para evitar este peligro habría que instalar alrededor de la puesta a tierra de cada pararrayos que se coloque en la costa, una especie de cerco de seguridad que tenga un radio del orden de los 50 metros. “Este cerco, lógicamente, obligaría a la gente a mantenerse alejada del pararrayos a más de 50 metros. Se calcula que a partir de esa distancia, las diferencias de potencial eléctrico resultan inocuas”, afirma Pecorelli.
La mejor cura: la prevensión
La incorporación de estos cercos de seguridad determinaría que una porción muy importante de la playa quede absolutamente desaprovechada. Como consecuencia de esto último, la aglomeración de las personas –que de por sí es muy grande sin estos cercos de seguridad– resultaría aún mayor, generando gran incomodidad en las personas que acuden a los balnearios, y desnaturalizando el objetivo principal, que es disfrutar del mar y su entorno.
En consecuencia, de acuerdo con el especialista, hasta el momento, la mejor forma de protegerse de una posible descarga eléctrica es tener previamente acceso al informe del pronóstico meteorológico, evitando la playa cuando se anuncian tormentas eléctricas.
Si no se dispone de esa información, es necesario tener presente que la forma de evitar una fatal consecuencia es retirarse en forma "inmediata" de la playa en cuanto se observa el primer resplandor en el cielo indicando la inminencia de una tormenta eléctrica.
“Resulta fundamental poner énfasis en la necesidad de concientizar a las personas acerca de esta forma de protección ante este fenómeno natural que acaba con la vida de decenas de argentinos por año, y que tiende a agravarse en un futuro próximo debido al cambio climático”, concluye el especialista.
Fuente: lt10digital.com.ar