La NASA estudia las posibilidades de vuelos espaciales comerciales sobre el mar
La agencia del gobierno estadounidense apunta a los posibles mercados de viajes aéreos supersónicos rápidos, en alrededor de 50 rutas aéreas.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), estima que existen mercados potenciales de vuelos espaciales en alrededor de 50 rutas. Debido a que Estados Unidos y otras naciones prohíben vuelos supersónicos sobre la tierra, los hallazgos abarcan los viajes transoceánicos, incluidos rutas de gran volumen del Atlántico norte y el pacifico.
Con estos viajes, sería posible volar de Nueva York a Londres hasta cuatro veces más rápido de lo actual. La NASA, está explorando si el mercado comercial soportaría esta clase de viajes con su velocidad estimada.
Los viajes aéreos supersónicos de pasajeros a bordo de aviones, que podrían viajar entre 2470 y 4900 kilómetros por hora sobre el nivel del mar, son investigados en comparación a los aviones más grandes que vuelan a 965 kilómetros por hora.
La Misión Questt, con un silencioso avión supersónico X-59,tiene como objetivo proporcionar datos a los reguladores que ayudarían a cambiar las reglas de los vuelos supersónicos terrestres.
Investigadores de la NASA, aseguran que estos nuevos estudios actualizarán las miradas a las hojas de ruta tecnológicas e identificarán necesidades de investigación adicionales para un rango más amplio de alta velocidad.
VOLAR A LA VELOCIDAD DEL SONIDO
El programa de Vehículos Aéreos Avanzados de la NASA pasó a la siguiente fase de investigación sobre viajes de alta velocidad. Estos incluyen la emisión de dos contratos de 12 meses a empresas para desarrollar diseños conceptuales y hojas de ruta tecnológicas.
Estas últimas explorarán las posibilidades de viajes aéreos, describirán los riesgos y desafíos e identificarán las tecnologías necesarias para hacer realidad los viajes a velocidades más 2+.
Cada equipo de las empresas desarrolla elementos de la hoja de ruta. Incluyen Estructura del avión, potencia, propulsión, gestión térmica y materiales compuestos que puedan resistir altas velocidades.
Una vez completada esa fase, la NASA y sus socios industriales y académicos decidirán si continúan la investigación con sus propias inversiones o no.