Italia es historia, arquitectura, cultura pero, sobre todo, un sitio perfecto para el turismo religioso. 
Personas de todo el mundo y de todos los cultos acuden a esta ciudad maravillosa, llena de santuarios imperdibles, monumentos y rincones dedicados al catolicismo. Sin embargo, en los últimos tiempos, aproximadamente unos 14 meses (cuando Jorge Mario Bergoglio fuese pronunciado como el nuevo Papa Francisco), la religión parece haberse vuelto a poner de moda en Roma y se reproducen los miles de fieles que se dan cita en la capital italiana.
Al respecto, y con la fe como estandarte, el fin de semana del 26 y 27 de abril el turismo religioso protagonizó uno de los movimientos más destacados de su historia. Conocido como “el día de los cuatro Papas”, el papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco concelebraron la misa de canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II - Angelo Roncalli y Karol Wojtyla, respectivamente- en el Vaticano.
En efecto, el casco histórico de Roma fue invadido por una marea de peregrinos y turistas, los cuales según cálculos de la propia organización italiana, se estima que fueron más de 2 millones.
A su vez, a esta masa de fe hay que sumarle la presencia de más de 60 delegaciones de todo el mundo, compuesta por 19 jefes de Estado, 24 primeros ministros, y hasta representantes de otras religiones, como el judaismo. 
Asimismo, fueron testigo de este histórico acontecimiento 1.500 concelebrantes, entre cardenales y obispos, mientras que 870 sacerdotes y diáconos se ocuparon de dar la comunión a los presentes.
Cabe destacar, que, además, unos 2 mil millones de hogares en los cinco continentes tuvieron la posibilidad de acceder a las imágenes en alta definición, que fueron transmitidas a través de 9 satélites.

No vacancy
Al margen del caudal de gente que invadió la Plaza San Pedro movilizada por la fe , los fastos de la canonización también dejarán un río de dinero en Roma. En esta línea, los hoteles, los restaurantes, los comercios, tiendas de souveniers y demás negocios hicieron la diferencia. 
De hecho, no quedó en la capital italiana una sola habitación de hotel, pensión o apartamento libre; y eso que, según el sitio Web Casa.it, ese fin de semana los precios de los alquileres oscilaban entre un 137 y un 173 % por encima de la media para la fecha. 
En cifras, un pequeño apartamento de dos ambientes en el centro histórico de Roma costó 2.500 euros por dos días.
No obstante, a pesar de la “inflación tana”, nadie se quedo afuera de la celebración y los peregrinos tuvieron otras opciones para alojarse. Ya sea en institutos religiosos, en parroquias, hogares de familias que abrieron sus casas, o en oratorios, encontraron lugar. Eso sí, siempre en bolsas de dormir, claro. 
También hubo centenas de peregrinos que optaron por la Plaza San Pedro para pasar la noche e hicieron la vigilia desde el Vaticano.

Nada al azar
Para que nadie se pierda la histórica ceremonia, se colocaron en toda la ciudad 17 pantallas gigantes, incluso una en el aeropuerto de Fiumicino y otra en la plaza del Duomo de Milán. Además, se potenciaron los servicios de transporte público y de recolección de residuos, y se instalaron un millar de baños químicos para evitar, como ocurrió en el pasado, que por insuficiencia de limpieza haya malos olores.
A su vez, para esta ocasión, desde la página oficial, crearon el “RomaPass 48 hours”, la tarjeta turística de la ciduad capital que, por un precio de 28 €, dio acceso a los monumentos, museos y áreas arqueológicas municipales y estatales, así como a la fundación MAXXI. Este plástico, también, permitió usar durante dos días todo el sistema de transporte público de la ciudad de Roma gestionado por ATAC.

La viveza italiana
Los timos y estafas estuvieron a la orden del día. De hecho, las fuerzas de seguridad clausuraron varias pensiones que no reunían los requisitos requeridos, e incautaron más de 700.000 souvenirs falsificados con las imágenes de Juan Pablo II y de Juan XXIII; así como 1.500 falsas de “Misericordina”, el remedio espiritual que Francisco recetó, en diciembre pasado, a cientos de fieles en la plaza de San Pedro, y que consiste en un cajita que contiene un rosario y una estampa de la Divina Misericordia

Números divinos
Durante el fin de semana de la canonización, se estima que han arribado a Roma más de 8000 micros procedentes de toda Europa, 78 aviones chárter, 16 trenes y centenares de autos particulares. 
Además, unos 5000 agentes fueron los encargados de la seguridad de la misa y organización, se utilizaron decenas de drones aéreos; mientras que, unos 2.500 voluntarios de Defensa Civil y de la Cruz Roja se encargaron de distribuir cuatro millones de botellas de agua entre los turistas que inundaron la ciudad. 

Argentina presente
La comitiva argentina oficial estuvo encabezada por el canciller Héctor Timerman; al tiempo, que también la integraron el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez y el secretario de Culto de la Nación, acompañados por el diputado nacional del PRO Federico Pinedo y su par del radicalismo Mario Barletta. 




En síntesis
El “Papa bueno” y el “Papa de los récords” fueron declarados santos, Pero ¿por qué? La canonización de los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII, puede resumirse en un puñado de ítems: 
- Al  Papa Juan XXIII se le atribuyen varios milagros, pero sólo se le reconoció uno. Y fue la curación de una monja que padecía una perforación gástrica hemorrágica. El mismo sucedió cuando a la hermana Caterina Capitani le colocaron una imagen de Juan XXIII en el estómago y, según testigos, a los pocos minutos la religiosa se recuperó y pidió de comer. Los médicos fueron los que constataron que la enfermedad había sido erradicada sin explicación científica alguna y era producto de un milagro.
- A Juan Pablo II se le reconocen 2 milagros. El primero es el caso de la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, quien padecía de Parkinson. Según la monja, le rezó a Juan Pablo II y, al poco tiempo de la muerte del sumo pontífice, ella se curó.
El segundo fue la curación de Floribeth Mora, una mujer costarricense que padecía un aneurisma cerebral. Según Mora, apenas unos días de haberle rezado a Juan Pablo II, ingresó a un hospital con un gravísimo aneurisma. Pasados unos días, el coágulo del cerebro se disolvió sin tratamiento alguno.



Paso a paso hacia la Santidad
El proceso de canonización y beatificación existe desde los mismos inicios de la Iglesia Católica, sin embargo en la antigüedad se trataba de una aclamación vox populi, es decir por voluntad popular. Con el correr del tiempo la Iglesia decidió tomar manos en el asunto y crea el proceso beatificación y canonización hacia fines del siglo X.
El procedimiento requiere que los candidatos sean beatificados, para lo cual se requiere de un milagro confirmado (o ninguno en caso de tratarse de un mártir) que es comprobado por la Congregación para las Causas de los Santos.
La siguiente instancia es la de canonización que requiere de dos milagros comprobados o uno solo si se tratase de un mártir. Lo peculiar del caso de Juan XXIII, cuyo proceso de beatificación inició en 1965, es que fue canonizado con un solo milagro co