Industria a prueba de todo
A pesar de la transformación de la industria aérea y de los sobrecostes que tuvo que afrontar tras el 11-S, cuyo décimo aniversario se cumple este domingo, las aerolíneas mantuvieron la rentabilidad y ganarán 4.000 millones de dólares (2.846 millones de euros) en 2011, frente a los 3.700 millones de dólares (2.634 millones de euros) de beneficios generados en el año 2000, justo un año antes de la crisis generada por el terrible atentado, según las cifras proporcionadas por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA).
No obstante, la rentabilidad no ha crecido proporcionalmente a los ingresos, que se dispararon un 81% en la última década, desde 329.000 millones de dólares (234.000 millones de euros) en el año 2000, hasta los 598.000 millones de dólares (425.700 millones de euros) que prevé recaudar la industria en 2011.
El tráfico de pasajeros aumentará en 1.000 millones de viajeros en 2011 con respecto a 2000, hasta 2.800 millones, y el de carga se incrementará, según las previsiones de la IATA, hasta 48.000 millones de toneladas, 16.000 toneladas más que en 2001. Según el secretario general y consejero delegado de la IATA, Tony Tyler, que hace balance de las consecuencias del accidente en un informe publicado por la IATA, aunque es difícil hacer una estimación exacta del impacto sobre el sector del 11-S, si se puede decir que fue parte de una "cadena de eventos" que costaron a la industria tres años de crecimiento. "Una década después del suceso, no existen dudas sobre la resistencia del sector de la aviación.
En 2004 tanto los ingresos como el tráfico sobrepasaron los niveles de 2010 y en 2006 recuperó la rentabilidad", destacó. AVANZAR EN SEGURIDAD. A ojos de Tyler, el principal legado del 11-S es el cambio en la seguridad aeroportuaria, con medidas inimaginables hasta el momento. La aviación ha mejorado en seguridad desde 2001, pero su reforma "se ha cobrado un gran precio en términos de conveniencia para el pasajero y costes de la industria", aseguró.
En su opinión, los Gobiernos deberían coordinar el desarrollo de las medidas de seguridad para armonizar los estándares y eliminar redundancias entre los países, así como compartir con la industria y los pasajeros los costes en esta materia, cuya factura para las aerolíneas alcanzó los 7.400 millones de dólares (5.693 millones de euros) en 2010.
Los pasajeros también tienen un papel importante, ya que es "crucial" la vigilancia y la cooperación con las autoridades, pero Tyler lanza un claro mensaje a los Gobiernos, y es que la seguridad no se puede garantizar al 100% y que hay que "evitar las políticas impulsadas por reacciones viscerales". Un buen punto de partida sería eliminar las molestias que provienen del embarque y facturación en numerosos aeropuertos, un proyecto que está estudiando la IATA.
El objetivo es que el pasajero acceda a la puerta de embarque en un proceso menos complicado y conveniente, para lo cual es necesario la compilación de una enorme cantidad de datos de los viajeros junto con tecnología, lo que haría posible que los viajeros pudieran a acceder a sus vuelos a través de un solo punto que detecte metales y sustancias peligrosas sin tener que desmontar los equipajes ni efectuar paradas, explicó el responsable.
Finalmente, Tyler se despidió con un recuerdo para las familias y a las víctimas. "Nuestro mejor tributo a sus memorias es una industria de la aviación resistente. La aviación es una fuerza para el bien y un instrumento de paz que promueve el comercio, la salud y facilita el entendimiento entre las gentes y las culturas de nuestro mundo", concluyó.