En Argentina, la llegada del Año Nuevo es mucho más que una fecha en el calendario. Es una celebración apasionada que se vive con un espíritu festivo inigualable y una profunda conexión con la familia y los amigos. La noche puede consistir en un buen banquete familiar, para después dar paso a una juntada con amigos hasta largas horas de la noche. ¿Cuáles son las experiencias que se palpitan llegado el fin del año? Arena en los pies, espectáculos de fuegos artificiales, copas de vino entre viñedos y suspiros rodeados de montañas. Cada rincón cuenta una historia única para recibir el 2024. 

SALIR DE FIESTA EN MAR DEL PLATA

Mar del Plata, la joya de la costa argentina a tan solo 418 kilómetros de la vibrante Buenos Aires, se convierte en el epicentro de la diversión y la euforia cuando el reloj se acerca a la medianoche en Año Nuevo. Esta ciudad costera, que disfruta del verano de diciembre a marzo, no solo es famosa por su extensa playa y el azul interminable del mar, sino también por ser el lugar predilecto de grupos de jóvenes que buscan recibir el año en pleno clima festivo. Acá, la vida nocturna cobra vida con una energía irresistible. Entre amigos y con la brisa marina como telón de fondo, las fiestas en Mar del Plata son una garantía de diversión inolvidable para dar la bienvenida al nuevo año como corresponde. Las playas del sur son famosas por alojar grandes fiestas y boliches, aunque el centro también hace los honores de recibir a quienes estén dispuestos a pasar una noche para el recuerdo.

BRINDAR CON UNA BUENA COPA DE VINO EN LA MANO ENTRE LOS VIÑEDOS DE MENDOZA

Mendoza, la deslumbrante capital del vino de Argentina, es un destino inigualable en cualquier época del año, pero el festejo de fin de año se vibra muchísimo mejor en este oasis. Esta tierra de viñedos se convierte en un paraíso para los amantes del vino y los apasionados de las experiencias auténticas. Las vistas impresionantes de las majestuosas montañas de los Andes son un atractivo por derecho propio. ¿La actividad predilecta? Degustación de vinos en bodegas de alto calibre, donde la gastronomía y la cata de cepas autóctonas se fusionan para dar lugar a una vivencia única. Pero más allá de sus renombradas bodegas y banquetes, Mendoza ofrece un caleidoscopio de actividades como trekking, rafting, cabalgatas y travesías en bicicleta. Para aquellos que quieran mimetizarse aún más con el entorno, los alojamientos son un sueño hecho realidad. Muchos de ellos se encuentran enclavados a los pies de los viñedos, ofreciendo vistas panorámicas sin precedentes y la oportunidad de despertar cada día en medio de un paisaje de cuento de hadas. El brindis ideal: una buena copa de Malbec, la insignia de la casa

Mendoza

MIRAR LOS FUEGOS ARTIFICIALES DESDE LA PLAYA EN CARILÓ O PINAMAR

Un tesoro natural costero ubicado a pocas horas de Buenos Aires. Bosque frondoso y virgen, el Océano Atlántico como testigo y kilómetros de mantos de arena. Cariló es sinónimo de comenzar bien el año y un destino ideal para visitar en familia. Mirar los fuegos artificiales desde la playa es moneda corriente, así como en otros balnearios cercanos como Pinamar. El plan es simple pero efectivo: una cena festiva que despierta los sentidos, con platos fríos que son verdaderas estrellas, desde el clásico vitel toné hasta la ensalada rusa y los piononos rellenos salados. Y, después del banquete, una caminata directa hacia la playa, donde el cielo se enciende con la magia de los fuegos artificiales. Bajo el manto de estrellas, el sonido de las olas se mezcla con las risas y los deseos compartidos. El chinchín es con los pies enterrados en la arena y una botella de champagne en la mano. 

Fuegos artificiales en Pinamar o Cariló.

CONOCER LA NOCHE PORTEÑA Y AVENTURARSE EN UNA AUTÉNTICA FIESTA

La ciudad que nunca duerme. Buenos Aires recibió ese apodo hace muchísimos años y no es en vano. En la capital de Argentina, cuando cae el sol y se encienden las calles, comienza a tejerse una trama donde la premisa de disfrute y fiesta es condición. Los bares de los barrios populares como Palermo, San Telmo o Puerto Madero se llenan de grupos de jóvenes dispuestos a dejarse atrapar por los encantos porteños. Los boliches también habilitan el pase a una pernoctada de baile al ritmo del reggaetón. Y la parafernalia se extienda hasta donde se pueda; incluso hasta el atisbo de algunos rayos de sol matutinos. Por eso no duerme, porque lo que pasa durante la noche es demasiado interesante como para que se apague tan temprano. Y las celebraciones de fin de año no son la excepción a la regla. Desde los emblemáticos bares y boliches en el corazón de la ciudad hasta las fiestas exclusivas que tienen lugar en las afueras, la consigna de dar la bienvenida al Año Nuevo con una gran celebración se cumple a rajatabla. Las previas se extienden hasta tarde, las risas fluyen y la música llena el aire. Los fuegos artificiales marcan el inicio de un nuevo año y, al mismo tiempo, el comienzo de una noche interminable rodeado de amigos.

La noche porteña.

UN AÑO NUEVO A PURA NATURALEZA Y MONTAÑAS EN BARILOCHE

Siempre es una buena idea tomarse un vuelo hasta la Patagonia Argentina. Y el cierre del año funciona como la excusa perfecta para sacar ese pasaje. A diferencia de la Costa Atlántica o la misma Buenos Aires, en Bariloche la premisa del 31 de diciembre gira en torno a la tranquilidad propia del sitio. La naturaleza cobra el rol protagónico, con las montañas y los lagos como escenografía. Los fuegos artificiales quedan reducidos para respetar el entorno natural, y la particularidad de disfrutar la cena en restaurantes de la zona también es bien recibida por locales y extranjeros. Un banquete en un restó a orillas del lago Nahuel Huapi o en pleno Centro Cívico; todas las respuestas son correctas si el foco está puesto en la belleza de las panorámicas típicas barilochenses. Al margen, el espíritu festivo también tiene lugar aunque no con tanta vehemencia: hay afters con DJs y bares que abren sus puertas para continuar el festejo puertas adentro y bebidas mediante.

Bariloche