Creciento asimétrico
Para Costa Rica, disponer de una infraestructura aeroportuaria de primer nivel que permita el crecimiento de las operaciones de las aerolíneas no es un asunto meramente de presentación o apariencia turística, significa además lograr atraer una mayor porción de una industria con buenas perspectivas de crecimiento, y subsecuentemente el capital e impuestos que mueve este gran negocio.
Actualmente, la industria aérea genera en América Latina unos 700 mil empleos y una contribución de unos $22 mil millones por año a la producción. Sin embargo, un 66% de las tarifas e impuestos que se cobran a las aerolíneas no es reinvertido por los gobiernos en mejoras de capacidad, edificios y seguridad, estima la Industria de Aviación de Latinoamérica y el Caribe.
El principal impedimento para la expansión de esta industria es la infraestructura disponible. No es sorpresa que de los 15 aeropuertos más importantes de la región, siete se encuentren seriamente congestionados. Esta limitación al crecimiento puede ser un serio obstáculo para la posibilidad de aprovechar su potencial económico en un futuro cercano.
En el caso de Costa Rica, la modernización del aeropuerto Juan Santamaría ha sido un claro reflejo de los problemas de rezagos en obras públicas. Tras más de siete años entre disputas legales, el proyecto de ampliación apenas ha logrado superar la primera fase (de tres), lo que ha frenado el crecimiento de operaciones.
Entre quienes han manifestado su molestia por la demora está el grupo centroamericano TACA, que pretendía ampliar sus operaciones desde Costa Rica hacia destinos del Sur y el Norte del continente. Si de cielos despejados se trata, la industria de la aviación es una de las más beneficiadas cuando los augurios también se unen a prometedoras perspectivas económicas. En términos de tráfico internacional, en 2010 Latinoamérica experimentó un crecimiento del 14%, muy por encima del 2% promedio entre Estados Unidos y Europa.
Este potencial de crecimiento en el mercado latinoamericano ha venido acompañado de las recientes fusiones de grandes aerolíneas regionales, como es el caso de la colombiana Avianca y la centroamericana TACA, asimismo la chilena LAN y la brasileña TAM.
Lo anterior significa que los años venideros serán de competencia más exhaustiva, en la cual el país que ofrezca mejores condiciones para la expansión de las aerolíneas sacará mayor provecho de estas inversiones. Si se suman a los dos grupos mencionados, las operaciones de AEROMEXICO y Copa Airlines se concentra el 75% de la capacidad aérea de la región.
Las expectativas se fundamentan en la esperada expansión del poder adquisitivo de los latinoamericanos, quienes disponen hoy de un ingreso per cápita que oscila entre $5 mil y $10 mil al año, y se espera que en las próximas décadas se extienda hasta unos $20 mil.
Esta mejora en la renta podría impulsar a su vez que el promedio de viajes por persona llegue a ser de uno por año. Tomando en consideración la creciente población latinoamericana, las grandes aerolíneas se preparan para desatar una batalla comercial de mayor magnitud. Una parte trascendental de esta lucha para las líneas aéreas estará enfocada en tres factores: seguridad, eficiencia y huella ambiental.
Las compañías regionales lo tienen muy claro y han tomado políticas para mejorar su operación. En seguridad, por ejemplo, han apostado no solo por la renovación de la flota (Avianca-TACA apostándole a Airbus y Copa Airlines a Boeing) sino que además han invertido fuertes sumas de dinero en la capacitación de sus pilotos, como lo hizo Avianca-TACA, con la apertura de su propia academia que cuenta con tecnología de punta, para simular casi a la perfección las pistas de los aeropuertos donde opera.
entro de la sustitución de sus aviones, las aerolíneas han invertido a su vez en tecnologías más eficientes y menos contaminantes, como las naves Embraer E19, para atender rutas más pequeñas y con una demanda moderada, lo que reduce el consumo de combustible y por ende la emisión de gases contaminantes y el costo de sus boletos.
El pago de bonos por servicios ambientales es otra de las políticas verdes que han emprendido las compañías aéreas dentro de su estrategia de competencia. Esta iniciativa consiste en el financiamiento de proyectos que fomentan la siembra de árboles o la conservación de bosques para compensar con ello las emisiones que despachan en sus operaciones.
Lastimosamente, los buenos augurios que acompañan a la industria aérea en la región no podrán ser aprovechados, si el país no logra reducir su rezago en infraestructura aeroportuaria que arrastra por cas