La ciudad brasileña perdió 700 millones de dólares y la ocupación hotelera sin este popular evento fue de apenas 41%, con sólo 8% de extranjeros.

La decisión del Gobierno brasileño de suspender el carnaval para contener un rebrote de COVID-19 tuvo consecuencias devastadoras para el sector turístico en Río de Janeiro. El contraste en los números registrados durante el mismo fin de semana de 2020 es brutal: sin este tradicional evento, la ciudad perdió 700 millones de dólares y su sector hotelero operó muy por debajo del 50% de ocupación.

El año pasado hubo 2.100.000 visitantes durante la época del carnaval, lo cual se tradujo en un impacto económico de 717 millones de dólares. Además, el Sambódromo estuvo colmado por 300.000 espectadores, mientras que ahora sólo se encuentra habilitado como centro de vacunación contra el COVID-19.

La diferencia en la ocupación hotelera con respecto a febrero de 2020, cuando se registró un total deL 92%, es impactante: durante este fin de semana tan sólo estuvieron ocupadas un 41% de las plazas, de las cuales sólo el 8% correspondió a pasajeros internacionales.

Sin embargo, el golpe que genera la ausencia del carnaval repercute en todo los comerciantes de la ciudad, que prevén una pérdida de 509 millones de dólares. A su vez, más de 25.000 personas que en años anteriores eran contratadas por negocios cuya actividad se vinculaba de alguna manera con el carnaval dejaron de ser contratadas.