El diputado nacional Ramiro Fernández Patri habló en exclusiva con Mensajero sobre la aprobación del proyecto para asistir al turismo. También se refirió al rol de la oposición.

¿Hacia dónde creés que va el turismo con este escenario actual, pensando principalmente en la era post pandemia?

-Primero debiéramos analizar lo hecho hasta acá y lo que significa llegar al día D+1. No fue en vano todo el esfuerzo que hicimos. No sirve que sólo se salve el sector turístico, sino todos los argentinos. En ese sentido, tener 190 fallecidos por millón de habitantes demuestra que no fue en vano. Hay regiones más complicadas que otras, como el AMBA, Chaco o Río Negro, pero debemos seguir y no bajar los brazos. Creo que hay un dato interesante para el sector turístico y para Argentina en general: la aparición de la vacuna y el hecho de que el país la vaya a fabricar. Hay un horizonte cierto. A partir de esa fecha, la actividad turística podrá empezar a funcionar con mayor normalidad. Hay que empezar a pensar a partir del 2021 porque este año está perdido. El programa de preventa es una buena herramienta para que hoy ya haya efectivo y para que la gente se ponga en sus planes la posibilidad de volver a viajar.

¿Cuál es tu opinión con respecto a la apertura de los vuelos regulares? ¿Es mucho riesgo abrir ahora?

-El virus viaja con las personas, y cuanto más se pueda evitar que la gente viaje mejor será para los argentinos. En el corto plazo no sería lo más oportuno abrir las fronteras para que vengan vuelos de afuera, pero sí es una gran oportunidad para el turismo interno, aunque eso lo definirán las autoridades sanitarias. Según una investigación del Instituto Gino Germani, de la Universidad de Buenos Aires, un 75% de los argentinos vería con buenos ojos ir a un destino con bajos contagios de coronavirus. Ahí tendrán una oportunidad las ciudades turísticas que pudieron hacer un esfuerzo. Es momento de apostar al turismo interno más que a traer extranjeros. Eso último habrá que analizarlo recién a partir del año que viene.

¿Qué rol tuvo el Congreso en la contención de la pandemia para el turismo y cuál será la importancia que tendrá en la recuperación?

-Creo que hicimos un aporte importante, pero no determinante. El Gobierno que lideran Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner no le soltó la mano al sector con las medidas que tomó, como el ATP y el IFE o la puesta en marcha del PACIT, el APTur y el Plan 50 Destinos por parte del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación. En Formosa hay municipios en los que el IFE significa hasta cinco o seis veces más de lo que pagan de masa salarial. Esa es una inyección de dinero muy importante que genera una reactivación. Hay que medir las cosas cuando se dice que el Estado no hizo nada por el sector, porque de alguna forma, quizá indirecta, contribuyó muchísimo. Esta ley por supuesto que viene a ayudar. Estuvimos mucho tiempo debatiendo si se llamaba emergencia o no, pero en definitiva era el concepto lo que queríamos. Esta norma no lleva ese nombre, pero está pensada con las partes impositiva, crediticia, de incentivo al consumo y de las cancelaciones. Es un gran aporte y espero que rápidamente se pueda reglamentar. Hablé con Lammens y me dijo que se estaba reuniendo con AFIP para avanzar en la letra chica.

¿Cuál es el punto fuerte de esta ley?

-Creo que la parte impositiva, porque muchas de las otras medidas podrían haber prescindido de una ley, como los créditos, la extensión de los ATP o las cancelaciones. Pero los impuestos deben ser modificados por una ley del Congreso de la Nación. Por eso, el corazón pasa por haber logrado esa incorporación. Además, el plan de preventa que lanzó el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación es un gran estímulo para el consumo, pero ofrece otra gran ventaja: les generará flujo de caja a las empresas en 2020 para afrontar sus costos fijos. Eso también será muy potente.

¿Qué sensación te dejaron estos seis meses de negociaciones que culminaron el martes con la sanción de la ley?

-Acá hemos trabajado todos. Hubo preocupación de diputados y senadores del oficialismo y de la oposición. Todos estuvimos en contacto con el sector turístico. Eso es lo lindo de este rubro, que traspasa a todas las áreas e involucra a todas las provincias. Todos estuvimos abocados. De hecho, yo estuve en permanente contacto con la senadora Ana Ianni. Avanzamos con 24 proyectos de ley (13 en Diputados y 11 en el Senado). Incluso lo hicimos en forma paralela. La particularidad que tuvimos nosotros en la Cámara Baja es que trabajamos primero por comisiones, mientras que el Senado lo hizo en un plenario. Por eso tuvieron media sanción más rápido. Cuando vino el giro primó el sentido común para que aprobemos eso, porque ese proyecto sintetizaba el 70% del espíritu de los 24 textos que teníamos. Por eso fue una pena que no estuvieran los legisladores de la oposición en esta sesión. Ellos se habían preocupado y ocupado por el sector, pero cayeron en una contradicción de la política. No quisieron sesionar, pero por la reforma judicial o por la contribución extraordinaria a las altas fortunas. No pudieron acompañar algo que militaron y trabajaron. Tuve muchos sinsabores en el medio, porque soy un hombre que viene de este sector. Nunca me desentendí del turismo. Tuve que batallar con propios y extraños, porque también hubo que convencer al ministerio de algunas medidas cuando ellos nos decían que no alcanzaban los fondos. Las consultas que hacían a las áreas económicas sobre el impacto de cada propuesta nos decían que no era oportuno implementarlas. Así es la política, una negociación permanente. Por eso, finalmente, salió una ley con bastante contenido.

¿Entonces se aprobó el proyecto del Senado simplemente porque lograron primero la media sanción o hubo algún tipo de consenso al interior del Frente de Todos para avanzar con esa propuesta?

-Era la coyuntura de cómo venía la sesión. Nosotros también teníamos preparado nuestro dictamen con las modificaciones, pero yo soy del Justicialismo y nos enseñaron que primero está la Patria, luego el movimiento y por último los hombres. Y pensar en los hombres implicaba considerar cada proyecto de manera individual y ver qué era lo que cada uno creía mejor, pero eso era dilatar más los tiempos. Dijimos: "Hay que darle a la industria lo que está pidiendo". Las cámaras se movilizaron y nos solicitaron que saquemos algo ya. Por eso, en Diputados hablamos con Sergio Massa, un actor clave que se involucró mucho en todo este proceso, y nos dijo que nos iba a ayudar a impulsar un proyecto que incluyera los puntos que no se pudieron contemplar en la ley, entendiendo que había que dar una respuesta inmediata.

¿Entonces seguís en contacto con empresarios del rubro para abordar otras problemáticas que no se hayan incluido en la ley de sostenimiento y reactivación?

-Me reuní con las cámaras gastronómicas de Argentina y me explicaron que están facturando al 15% o 20%, cuando su punto de equilibrio es del 70% para empezar a tener ganancias. Tenemos que ayudarlos a disminuir los costos. Aún con rentabilidad negativa están abriendo los negocios para darles una señal a sus clientes y para mantener a sus empleados activos. Hace unos días también se reunieron con Matías Kulfas, quien vio como atinadas las medidas que están solicitando. Cuando presenté la ley en la sesión dije que había muchas propuestas que queríamos incorporar, pero que si las colocábamos iba a haber un nuevo giro hacia el Senado y no queríamos demorar más. Preferimos aprobar el proyecto tal cual vino y ahora estamos avanzando en esas medidas que quedaron afuera.

¿Cuáles serían?

-Por ejemplo, el tema de los cargos fijos en los servicios públicos. Los hoteles y restaurantes pagan por potencia contratada abran o no sus puertas. Por eso, estamos buscando la forma de que las prestadoras no cobren por esa potencia no consumida y que les hagan un plan de 12 cuotas para cancelar la deuda que tengan. Otro de los problemas es que el gastronómico compra insumos por 25 pesos y los termina vendiendo al público por 100. En el medio tiene un juego de crédito y débito fiscal que no puede descargar. La intención es encontrar una alternativa para compensar ese débito fiscal con cargas patronales que hoy no están pudiendo abonar. Es una forma de bajar las cargas para que puedan sostenerse hasta volver a la normalidad. También queremos alargar los plazos y colocar períodos de gracia para los créditos que hayan tomado. Por otro lado, muchos trabajadores culturales quedaron afuera de las ayudas del Estado. La beca Sostener Cultura alcanzó a algunos de ellos, pero ese programa se está quedando sin financiamiento porque se costea con el Fondo Nacional de las Artes. Nosotros buscamos que tengan mayor continuidad y que se garanticen hasta fin de año. A su vez, hay 10.000 guías de turismo que no cuentan con un programa específico porque el APTur tiene como requisito estar inscrito en AFIP hace más de un año y sabemos que muchos de ellos trabajan en la informalidad. Algunos tienen horas en la docencia y eso hace que no puedan obtener el IFE. Se quedaron realmente sin asistencia y es uno de los eslabones esenciales de la cadena porque es el que hace vivir la experiencia. Por eso queremos incorporarlos en este proyecto.

En varias oportunidades hiciste mención a la necesidad de elaborar un proyecto que sea responsable con el manejo de los fondos públicos. ¿El Estado puede afrontar los costos de las medidas impositivas que se incluyen en esta norma?

-Todos los tira y afloje hicieron que el sector haya sacado buenos réditos. El Gobierno nacional puso 2,5 billones de pesos para combatir la pandemia, con una recaudación que bajó un 50% este año. Sin dudas, ganamos una buena batalla porque avanzamos bastante. El Gobierno le dio prioridad al sector al ir autorizando varias de las medidas que nosotros le íbamos proponiendo para que salgan en esta ley. Sin embargo, es necesario que salgan otros proyectos, como el aporte extraordinario de las altas fortunas, porque son 300.000 millones de pesos que les darán respiro a las arcas del Gobierno nacional. Además, en el medio se dio el acuerdo con los acreedores externos. Cuando empezamos a discutir estas cuestiones, eso no estaba resuelto. Eso dio respiro para que el Estado pudiera destinarle fondos al turismo que quizá dos meses atrás no hubiera podido.

Durante todo este proceso también se refirieron, desde el oficialismo y desde el sector privado, a la importancia de conseguir "la mejor ley posible". ¿Pensás que lo lograron? ¿O hay cosas que quedaron afuera y que no se podrán incluir bajo ninguna circunstancia por la situación macroeconómica?

-Yo soy un hombre de la política y para mí no existen los imposibles. Es cuestión de negociar y de tener paciencia. Si logramos avanzar en esta ley del aporte extraordinario a las grandes fortunas, creo que es posible que lleguemos con estas medidas que planteamos. Para mí sí, fue la mejor ley posible. En el contexto de la sesión, que estaba tan complicada, lo que logramos no fue algo menor. Estoy bastante satisfecho, más allá de que no haya sido la ley que Ramiro hubiera querido. Nosotros somos un engranaje dentro de la política argentina. Entre lo que querían el oficialismo, la oposición, los privados y las provincias, creo que logramos la mejor ley posible.

¿Cuál será la relevancia del programa de preventa? ¿Es posible que se mantenga después de la pandemia?

-Pienso que ese instrumento fue una condición suficiente, pero no necesaria. Nos permitía pensar en el horizonte una vez que pudiéramos abrir las puertas de los hoteles, restaurantes y agencias, pero la pregunta era cómo llegar a ese día. "Está muy linda la zanahoria, pero mientras tanto necesitamos el combustible", nos decían. La ley permitió darles eso con la disminución de las cargas fiscales, el otorgamiento de créditos y la ayuda para solucionar las cancelaciones. Y también les pusimos la zanahoria a futuro. Cuando todo esto pase, nosotros estamos ayudando e incentivando a que los argentinos inviertan en turismo, no sólo con esto, sino también con el programa para adultos mayores, con el bono fiscal vacacional y con el bono estudiantil. Hay una lógica de dejar de invertir sólo en la oferta y de empezar a poner dinero en el bolsillo de la gente. Cuando termine 2021 tendremos que analizar cómo funcionó, si realmente fue efectivo, si la gente confió y si los operadores lo pudieron utilizar. Son 16.000 millones de pesos que invertirá el Estado, pero que tendrá un rápido recupero porque no se pondrá esa plata en el 2020, mientras que el pasajero sí comprará este año. Sobre lo que hoy paguen, el Estado está recuperando solamente de IVA el 21%.

¿Quedaste conforme con la solución que se le dio al tema de las cancelaciones?

-Quedan más desprotegidos los usuarios, pero también es cierto que una agencia de viajes no es un eslabón de los formadores de precio. Por ejemplo, no puedo ir a reclamar por una leche al supermercado y que me contesten que vaya a quejarme con La Serenísima. No. El supermercado se tiene que hacer cargo. En cambio, la agencia es una pyme que está intermediando ante una gran empresa, como un hotel de 5 estrellas en un país desarrollado o una aerolínea. Muchas veces, esa gran compañía no transfiere el dinero para la devolución, por eso también es entendible la posición de los agentes.

¿Qué rol jugó el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación en todo este proceso?

-Uno muy importante. Desde Diputados siempre estuvimos en contacto con Matías Lammens. Hicimos un trabajo de ida y vuelta. También hay que tener en cuenta que nosotros somos oficialistas. No es lo mismo ser opositor, porque en ese caso no hay responsabilidad y podés poner todas las medidas que quieras. Sin embargo, cuando formás parte de un equipo de gobierno hay que manejar cada cosa con mucho cuidado. A mí y al ministro nos hubiera encantado colocar un montón de medidas, pero en ese momento no estaba resuelta la deuda externa ni había salido la moratoria fiscal. Había una serie de incertidumbres que hacía que no pudiéramos tomar algunas decisiones de carácter económico y fiscal.

¿Viste alguna vez tanto compromiso político hacia el turismo desde las más altas esferas del poder?

-Estamos viviendo una particularidad histórica en el mundo. Es la primera vez que se paralizó el turismo por completo. Eso ameritaba que todos los gobiernos se involucraran, incluido el sector parlamentario. Yo vi mucho compromiso con el turismo en la gestión de Daniel Scioli, en la de Meyer e incluso creo que en la de Gustavo Santos se mantuvo una política de Estado en la que se le dio prioridad al turismo interno. La actividad representa un 10% del PBI y eso no se hace de un día para otro. Pienso que desde la crisis del 2001 se le otorgó mucha importancia al turismo interno.

¿Qué sensación te dejó todo lo que se vivió el martes pasado con la oposición?

-Como legislador y dirigente me da vergüenza el ejemplo que le estábamos dando a la sociedad en este contexto. Estuvimos 12 horas en una reunión de la Comisión de Labor Parlamentaria para no ponernos de acuerdo en cómo íbamos a sesionar, mientras había un millón de puestos de trabajo que seguramente estaban poniendo los ojos para ver si les dábamos una medida concreta. Yo no veo razones valederas que justifiquen que en mayo estábamos en peores condiciones que ahora para sesionar de manera virtual. En ese momento había mucho menos contagios y muertes. No encuentro el justificativo para que la oposición diga que tenemos que sesionar presencialmente. Cayeron en una contradicción muy grande por no decir que ellos no quieren reformar el Poder Judicial y el aporte extraordinario a las altas fortunas. Me dio pena que el sector turístico tuviera que escuchar todo eso. Tuvimos en vilo durante medio día a toda la industria y nos quedó un sabor amargo. Le reconozco a la oposición un compromiso con el turismo, pero finalmente, al momento de darle lo que realmente necesitaba, cayó en una contradicción y no pudo estar para ser parte de los frutos que hemos logrado.