La semana pasada hablábamos del Mundial del Turismo por la realización en nuestro país del Global Summit 2018 organizado por la WTTC en el marco de los eventos que se realizarán en Argentina por el G20.

La trascendencia de un evento de estas características para la industria turística tiene ua significado que excede el marco de las palabras. Tener en cuerpo presente a muchos de los más importantes referentes del sector en un solo lugar es una oportunidad que no se volverá a repetir en nuestro país por los próximos 180 años.

Es cierto que muchas de las cosas que se dijeron son las mismas que cotidianamente pensamos o discutimos en una charla de café, pero dichas por José María Aznar o Felipe Calderón suenan de otra manera, sobre todo si el que las tiene que escuchar es el propio presidente Mauricio Macri o el Jefe de Gabinete Marcos Peña.

La conclusión más significativa de este encuentro es sin duda que estamos trabajando en un sector que no se detiene, que crece, y que genera mano de obra genuina. Sobre todo en un momento en el cual el mundo observa cómo otras industrias reemplazan muy rápidamente al hombre por máquinas y tecnologías que hacen el mismo trabajo de manera más eficiente y segura.

En ese contexto, el turismo se transforma en una herramienta fundamental para el desarrollo de las economías regionales porque crea puestos de trabajo en todos los niveles de la pirámide social.

Lamentablemente hubo ausencias significativas entre la concurrencia, desde empresarios hasta funcionarios, que se perdieron la oportunidad de aprender lo que está sucediendo mas allá de sus propias fronteras mentales. De abrirse a una experiencia que, a los que pudimos participar, nos permitió ratificar el concepto de la importancia de la actividad turística en el futuro de los países.

Tanto para el desarrollo económico, como para la inclusión social y consecuentemente la generación de riqueza en los sectores menos beneficiados de la sociedad, el turismo es una herramienta de fácil y rápida implementación, que sólo necesita de la voluntad política para ponerla en marcha.

Disculpen si les parece un exabrupto, pero en esta oportunidad la débil excusa del costo de la inscripción o la falta de tiempo son poco creíbles a la hora de evaluar dónde estamos y hacia dónde vamos.