Año tras año las fiestas nos marcan el final de algo que ya pasó y el inicio de algo nuevo que nos genera renacidas expectativas.
Para el sector turístico este final coincide con el período de mayores ventas en todos sus rubros y en los empresarios se generan las comprendidas ansiedades que despierta la posibilidad de obtener una recompensa económica después de un duro año de trabajo.
Es el momento que todos esperan para evaluar el éxito o el fracaso de la temporada, más allá de los resultados obtenidos a lo largo del año, pero con la certeza de que se hizo mucho para llegar hasta aquí.
Nuestro país, que curiosamente también forma parte integral de un mundo en conflicto permanente, comienza a atravesar un período de crisis sin final conocido, y está a la expectativa de los comportamientos externos para ver cómo soluciona muchos de sus problemas internos.
Tal vez con una demora improductiva, los anuncios oficiales de ayuda económica para el sector sirvan para paliar la crisis que todos esperan en 2009, pero no serán suficientes si los empresarios no buscan perfeccionar sus ecuaciones más allá de la variable precio de venta.
El turismo interno no puede soportar muchas de las tarifas fijadas por los empresarios para esta temporada en las playas de la costa atlántica por ejemplo, y lo mismo sucede en muchos destinos turísticos autóctonos, lo que le quita sustentabilidad a la continuidad del negocio.
A pesar de las duras acciones del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, por mantener los precios en Kaja, el incremento de costos en todos los rubros hace imposible mantener las tarifas a lo largo del año. Con los precios que se ven hoy en los destinos turísticos más importantes del país, se tornará inviable que los argentinos vacacionen en Argentina.
La gente, que no es tonta, ha comenzado a especular con la liquidación de precios que se produce a medida que se llega al inicio de cada quincena, y tal vez esa especulación sea la que coloque a los precios en su verdadero lugar.
De todas formas, sería mucho más productivo no llegar a esta especulación porque distorsiona los valores de mercado y provoca una incertidumbre que mella la calidad de los servicios.
Quizás las renacidas expectativas deberían estar centradas en mirar positivamente la temporada, pero no será tan fácil.
Esperamos que 2009 no sea un año de crisis para el sector, sino un año de fortalecimiento basado en decisiones tomadas con madurez.
Feliz año nuevo para todos.