Ayer nos dejó el más grande de todos los tiempos, el que nos representó en casi todo el mundo. Desde este medio no quisimos dejar de despedirlo.   

AD10S

“¿Qué estabas haciendo cuando te enteraste?”

Será la frase que se repita de ahora en más cada 25 de noviembre.

Así, como esas efemérides que recordamos año a año y por unas horas nos trasladan a otros tiempos, esta fecha será imposible de borrar de la mente y del corazón de quienes disfrutamos de cada gambeta que nos regaló.

Se hace imposible escribir estas líneas sin un nudo en la garganta, es como si el alma se estrujara en medio del desconcierto que deja una noticia que pensamos que jamás iba a llegar o que al menos preferíamos nunca escuchar. Mucho menos imaginamos que sucedería en un contexto tan extraño como el que estamos viviendo.

¿Cómo no sentir así por alguien que con el sólo hecho de tocar una pelota de fútbol nos hacía viajar? ¿Hay alguien que no pueda verse atravesado por quien llevó al país a lo más alto?

El mundo hoy mira entristecido hacia estas latitudes, ese mismo mundo que al conocer a cada ciudadano argentino le recuerda sus raíces. Argentina = Maradona.

No había dudas, representaba un punto de referencia indiscutible, un faro para quienes no podían ubicar al país en el mapa. A quien no le pasó que al estar recorriendo algún punto del globo, un ciudadano de otro país se sienta muy cercano a uno por el solo hecho de nombrar la palabra mágica: Maradona.

Acortó distancias y nos hermanó con seres que ni saben de nuestra existencia (y nosotros de la suya) y logró unir puntos de un planisferio que hasta a las aerolíneas les cuesta conectar.

¿Hubo otro referente nacional que pueda ostentar semejante privilegio? Maradona fue de todos. El deporte, y el fútbol en particular, se volvieron su contención, fueron su medio para llegar al corazón de todos, sin importar su idioma o dialecto.

Pero fue de todos, podíamos apropiarnos de él y así lo hicimos. Sin buscarlo se transformó en el mayor representante de estas tierras. Para muchos fue la llave, una especie de contraseña segura en destinos inhóspitos.

Dejó su Fiorito natal, su otra vida, y fue más allá y conquistó hasta lo imposible y le regaló al pueblo una esperanza en los peores tiempos. Logró atravesar clases sociales, límites geográficos y sentimientos. Nos sedujo con su juego y con su simpleza durante 60 años y un 25 de noviembre se volvió eterno, porque no le alcanzó con conquistar la Tierra y se fue a encandilar con su magia al más allá.

¡Hasta siempre Diego!

Marcelo Frontale, director de Mensajero Turístico.