El martes 9 de julio de 1816 en la ciudad de San Miguel de Tucumán, más precisamente en la casa propiedad de Francisca Bazán de Laguna, se celebró el Congreso de Tucumán que culminó con la declaración de la Independencia de las Provincias Unidas de la América del Sud. Cuenta nuestra historia que con dicha declaración se formalizó la ruptura de los vínculos de dependencia política y económica con la monarquía española y se renunció a toda otra dominación extranjera.
Tan simbólico acto significó, ni más ni menos, ser la primera manifestación de unidad entre aquellos que constituían el pueblo de las provincias que más tarde conformarían la República Argentina.
Sin embargo fue recién en 1861 cuando las provincias confederadas se rindieron ante las tropas porteñas al mando de Bartolomé Mitre y se puso fin a la existencia de dos Estados separados para dar paso a la Nación unificada.
El miércoles 9 de julio de 2014, en todo el territorio nacional, aunque también lo hemos visto en casi todos aquellos lugares donde vive un ciudadano argentino, la gente festejó como nunca antes el pase de la Selección Argentina de Fútbol a la final del campeonato del mundo celebrado en Brasil.
Tan simbólico acto, no tuvo la importancia de aquel de 1816, ni tampoco el de 1861; pero por primera vez en mucho tiempo nos mostró a nosotros mismos como hacía décadas que no nos veíamos: un pueblo unido, emocionado y esperanzado en el futuro, aunque sea sólo por unos pocos días. Pero no importa, por un momento todo fue alegría y con la sensación de que con esfuerzo todo se puede.
La manifestación espontánea de tanta gente saliendo a la calle a festejar con sus pares, es un hecho que difícilmente un político podrá alcanzar, porque ese día la gente se identificaba con la bandera, con el celeste y blanco, con el color del cielo. Confundiendo fútbol con patria tal vez, pero con un sentimiento de enorme felicidad.
Como hace muchos años, los argentinos por un instante volvimos a mirar todos para un mismo lado, lejos de los partidismos y muy cerca de nosotros mismos. Y eso fue lo m&