La sensibilidad sindical está pasando por uno de sus momentos más apocalípticos.
Ya habíamos expresado en alguna oportunidad los sentimientos xenófobos que mostraban los muchachos de APLA, al no permitir que un ciudadano mexicano ejerciera un cargo gerencial en el área de operaciones de la Aerolíneas Argentinas re-estatizada, simplemente por no ser argentino. Una locura.
Día atrás quedó demostrada su fobia al impedir que miembros de UALA abordaran aviones conducidos por los muchachos de Pérez Tamayo. Algo que ni Ray Bradbury hubiera imaginado para sus mejores obras de ciencia ficción.
En el mientras tanto, el resto de los gremios salió a respaldar esta medida pergeñada en APLA, en una asamblea de dudosa fiabilidad, buscando vaya uno a saber que prebenda.
Más tarde, delegados disidentes del gremio de APA -personal de tierra de la compañía- decidieron bloquear el ingreso a Ezeiza en repudio al despido de un cajero de la compañía que increpaba a sus compañeros para que no cobraran el exceso de equipaje en vuelos de Aerolíneas en Aeroparque. Vaya uno a saber qué arreglos tendría este señor, y con quién, para justificar esta burda estafa a la compañía -y también al Estado y a los sufridos contribuyentes, que diariamente aportamos nuestros impuestos para mantener la estructura de Aerolíneas Argentinas y Austral-.
Esta acción además pone en riesgo la seguridad de los vuelos, ya que al no facturar el exceso de equipaje no se contempla el nivel de carga que lleva el vuelo, algo indispensable para calcular, por ejemplo, el combustible necesario para decolar o el peso bruto para aterrizar.
No conformes con defender lo indefendible, los muchachos disidentes de APA aprovecharon la ocasión para reclamar por la regionalización de Aeroparque argumentando que “la regionalización provoca que nuestros compañeros estén cinco o seis horas ininterrumpidamente atendiendo al público y que los trabajadores de rampa tengan la espalda reventada por el exceso injustificable de trabajo”. Sin comentarios.
¿Cómo es posible que cualquiera puede parar a la compañía porque no le gustó el color de la corbata de Mariano Recalde o la camisa del jefe de base en el aeropuerto de Pajas Blancas?
Con respeto y cierta tristeza, muchos contribuyentes nos preguntamos hoy, si todos seguimos siendo Aerolíneas Argentinas. Porque cuando se buscó apoyo miles de anónimas personas -ARGENTINOS- apoyaron para que la compañía continuara operando.
Desde la junta de firmas, hasta la carpa en Aeroparque, los argentinos siempre tuvimos la necesidad de apoyar a Aerolíneas Argentinas. Sin embargo hoy, aquellas mismas personas que se peleaban por mantener el cóndor en lo más alto, se sienten defraudadas por el accionar beligerante de los gremios de su compañía.
Los pasajeros -los ARGENTINOS- sienten que muchos empleados -léase gremialistas con intenciones políticas- de Aerolíneas Argentinas hoy hacen planteos absurdos con el sólo fin de ganar espacios políticos y entienden amargamente que ayer fueron usados y hoy son descartables.

por Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar