¿Guardavidas o Busca vidas?
La inventiva argentina no tiene límites y la irresponsabilidad tampoco.
Ni aún cuando está en juego la vida de las personas nos damos el privilegio de aplicar esta inmensa capacidad creativa -que nos caracteriza como pueblo- en beneficio de un todo, sino que por el contrario aplicamos la viveza criolla con el fin de sacar siempre alguna ventaja.
Las playas de las costas argentinas son sin duda la gran atracción turística de todos los veranos para el turista vernáculo.
Quienes hayan pasado por las playas marplatenses este verano rápidamente sabrán de qué estamos hablando, ya que la actitud de muchos guardavidas estuvo lejos de ser un servicio a la comunidad.
Según Wikipedia, “un guardavidas –o socorrista- es la persona entrenada para vigilar, prevenir y atender, brindando respuesta inmediata de rescate acuático y/o primeros auxilios de emergencia a aquellas en situación de riesgo dentro o alrededor del agua”
Partiendo de esta definición básica y por todos entendida ¿qué tiene que hacer este importante protagonista de las vacaciones argentinas vendiendo agua caliente para el mate, ayudando a plantar una sombrilla o promocionando la venta de rifas en beneficio propio?
Por supuesto que todo era boca a boca, sin tarifas publicadas, ni reguladas y libradas a la buena voluntad de los turistas; que dejaban en sus manos no menos de 2 pesos por termo y algo más por las sombrillas o boletos para el sorteo.
No podemos generalizar que esto sucedió en todos los balnearios, pero si lo vivió un periodista de nuestra editorial el fin de semana largo de Carnaval en Playa Varese, una de las mejores playas marplatenses, después que sus familiares ya le habían comentado, risueñamente, la nueva fórmula que habían creado los bañeros para generarse unos pesos extras en la temporada.
¿Estaremos muy confundidos o el bravo Mar Argentino ha dejado de ser peligroso para los descuidados bañistas autóctonos?
¿Nuestros profesionales del rescate acuático serán súper héroes que mientras otean el horizonte también pueden estar atentos a cómo se calienta el agua (¡sin llegar a hervir!) para cargar en el termo de su próximo cliente?
De la misma manera que alguna vez fue un boliche bailable, más tarde un micro en malas condiciones y la semana pasada un tren, la vida de los argentinos está devaluada en los funcionarios de turno y se relajan a la hora de aplicar los controles necesarios para que estas cosas no pasen. Porque en un país serio estas cosas no pueden pasar.
Se puede entender que los sueldos de los guardavidas sean escasos, pero se podrán habilitar menos playas para contratar menos personal y a estos abonarles lo que corresponda para que hagan lo que corresponde.
De lo contrario los funcionarios municipales, provinciales o nacionales –según corresponda- serán responsables de una nueva forma de inseguridad creada a instancias de retribuciones magras.
¿O acaso tendremos que leer una vez más en los diarios de mañana que la negligencia se cobró una nueva víctima?