Su momento culmine será mañana con la procesión en honor a los santos patronos y la renovación del pacto de fidelidad con el Señor y la Virgen del Milagro en el Monumento 20 de Febrero que convoca año a año a cerca de 500 mil personas.
Miles de peregrinos de diferentes puntos del interior de la provincia llegan a la ciudad salteña a visitar a los Santos Patronos tras largos días de recorrer kilómetros, pasando frío, calor y lluvia y nada es impedimento para llegar a la Catedral Basílica, ubicada al frente de la plaza principal salteña.  Una verdadera muestra de fe que emociona  a propios y extraños.

Historia
La fiesta del Señor y la Virgen del Milagro se lleva a cabo en la provincia de Salta desde 1692. En ese año la imagen de Inmaculada Concepción de María, que luego se llamaría Virgen del Milagro, se encontraba a tres metros de altura en un nicho del retablo del Altar Mayor. Cuenta la historia que aquel 13 de septiembre, después de los fuertes y reiterados temblores que destruyeron la ciudad de Esteco y fueron percibidos con singular intensidad en la ciudad de Salta, se encontró la imagen de la Inmaculada en el suelo sin que sufrieran daño su rostro y manos y según la tradición perdió los colores del rostro que quedó pardo. La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde se oró toda la noche. Al día siguiente, 14 de septiembre, se colocó la imagen que todos querían venerar en el exterior de la Iglesia Matriz donde continuaron los cambios de colores del rostro y fue entonces cuando muchos fieles comenzaron a llamarla “del Milagro”. Una nueva historia empezaba para esta sencilla imagen y para los salteños, que jamás abandonarían su culto y su devoción. Según la tradición oral y el exhorto de Chávez y Abreu, el padre jesuita José Carrión recibió la revelación de que el Santo Cristo Crucificado de la iglesia Matriz, que tenían sin devoción y sin sacarlo en procesión, habría perdonado a Salta a pedido y súplica de la Madre de Dios del Milagro. Los padres jesuitas recordaron al Santo Cristo y lo liberaron de su encierro; lo colocaron frente a la iglesia que la Compañía de Jesús tenía en el centro de la ciudad. La imagen fue sacada en procesión por los fieles salteños con el ruego de que cesaran los temblores, lo que finalmente ocurrió.
Al amanecer del 14 la tierra dejó de temblar, volvió a estremecerse a la noche, en medio de procesiones y rogativas. Al cesar los estremecimientos, el 15 renació la calma y con ella se comenzó a hablar del "milagro", designando a la Inmaculada como Virgen