Caminos y Sabores cerró su edición con más de 100 000 visitantes.
Tal es el caso de los fueguinos del frigorífico San Andrés, que hace tres años y medio diversificaron su actividad y entre otros chacinados elaboran salames de cordero, que son "únicos en el país y tienen trazabilidad en toda su etapa", confió a Télam Javier Acevedo, contento porque la gente se detenía a degustar la novedad pero afligido por las magras ventas.
El debut porteño de esos salames Del fin del Mundo "no ha sido lo que esperábamos. Estamos vendiendo a mucho menos del costo porque no los podemos llevar de vuelta", explicó, triste por el choque del resultado con las expectativas con las que hicieron 3.000 kilómetros desde Río Grande, a donde retornarán hoy para seguir intentándolo.
La comercialización es también la cuestión a resolver para ocho mendocinos que producen azafrán en el Valle de Uco y en San Rafael, con apoyo del programa Cambio Rural del INTA, que también les aporta asesores para el cultivo y la elaboración del delicioso condimento.
"Se hace bajo las normas que indica el Código Alimentario Nacional, es igual que el español", afirmó con orgullo Carlos Sardi, hijo de un inmigrante milanés, mostrando un frasco diminuto de "Azafrán Mendoza" con 1 gramo de hebras extraídas de las flores, que tienen pinta de orquídea y son "petisitas como las violetas", y del mismo color.
Llenar ese frasquito requiere "los pistilos de 257 flores" de la planta, a razón de tres cada una. Sardi lleva unos diez años en ese metier y hace cuatro que en una especie de cooperativa -no está conformada aún- procuran llegar al mercado con su producto.
Para él, esta edición de Caminos y Sabores "fue muy buena porque vino más gente que el año pasado".
También Mayra Acuña estaba contenta con las ventas en el stand de dulces salteños que por segunda vez trajo su familia, pese a los inconvenientes del viaje: "nos faltó mercadería, se nos mojó con la lluvia" y escasearon los turroncitos, "que son como alfajores que llevan merengue hecho con miel de caña", explicó.
Del mismo ánimo se mostraba el tucumano Diego, ofreciendo vinos "boutique" de Amaicha del Valle obtenidos de viñas "a 1.700 metros de altura", entre ellos un torrontés "atípico, muy frutado, y un malbec suave", con buen éxito de venta igual que el lemoncello orgánico, miel y quesos.
Los chocolates de Bariloche no necesitaban publicidad para atraer a la gente, también interesada en otros productos rionegrinos como las semillas de lupinos, retamas y rosa mosqueta que Cristian ofrecía junto con aceites esenciales y otros productos.
De la misma provincia, Gerardo trajo salmón, trucha y jabalí ahumados y logró "buena venta, como en los años anteriores" y lo mismo afirmó en ese stand Ana María, rodeada de envases con calamares, cazuelas, "pulpitos patagónicos" y pasta y caviar de salmón. "Este año fue muy bueno", aseveró.
Para Norma, de Catamarca, la venta de aceites de oliva y de vinos "fue bastante floja", aunque tienen un depósito en San Fernando, en el norte del Conurbano, desde donde abastecen a algunos locales de productos selectos.
Mientras en las cocinas los chef develaban secretos y recreaban platos de tiempos de la colonia, los mostradores tentaron durante cuatro días con chacinados, fiambres, quesos y encurtidos para la picada futbolera o los paladares gourmet, vinos, dulces y cientos de productos llegados de veinte provincias a las que desde hoy emprenden el regreso.
En el tentador rubro gastronómico y en todos los otros, casi siempre en silencio, miles de hombres y mujeres madrugan, trabajan, se esfuerzan, se desvelan, invierten su dinero, su tiempo y sus sueños aportando su granito de arena para poner en acto lo que Argentina sigue siendo en potencia, a 200 años de la Independencia.
Fuente: Téla
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