Caminando sobre la nieve en Villa La Angostura
Una suave caminata con raquetas, nos permite disfrutar de los encantos de la nieve, recorrer las montañas, atravesando sin prisa pero sin pausa, bosques centenarios y trasladarnos, casi sin darnos cuenta, a un mundo donde la naturaleza se encuentra en su máxima expresión.
Villa La Angostura, es sin lugar a dudas, sinónimo de invierno. En este paraíso que nace a la vera del lago Nahuel Huapi, hay una opción, que no sólo es para toda la familia sino que, permite disfrutar de los bosques y las laderas nevadas sin necesidad de saber esquiar.
Una caminata con raquetas, nos permite disfrutar del encanto de la nieve, recorrer la montaña atravesando sin prisa pero sin pausa, bosques centenarios de lengas, trasladando, casi mágicamente a los caminantes a un mundo donde la naturaleza se encuentra en su máxima expresión. Los esquimales fueron quienes idearon las raquetas, con el fin de poder caminar sin hundirse en la nieve. Antes eran realizadas con madera, pero en la actualidad solamente pesan 300 gramos y son de plástico y aluminio.
Cruzando límites
Villa La Angostura está rodeada por áreas inmensas con poca o ninguna intervención del hombre. Los tres Parques Nacionales en sus inmediaciones, los lagos y montañas así lo atestiguan... entonces ¿por qué no caminar por allí, aún con mucha nieve bajo nuestros pies?
Esta es una de las propuesta de Nómades, una empresa familiar de turismo aventura que propone que todos accedan, niños incluidos, al corazón de los Andes.
La iniciativa es en el Cerro Mirador, en la frontera con Chile. Para llegar hasta allí se coordina la forma de traslado, son aproximadamente 40 minutos, a lo que hay sumarle el tiempo, en general unos minutos en época invernal, que demoran los trámites de migraciones. El camino está completamente asfaltado y es la comunicación entre los dos países, así que está mantenido y transitable todo el año.
El punto de partida está allí, donde los carteles dan la bienvenida a Chile y Argentina. A partir de este momento todo será blanco, estamos casi sin habernos exigido, en lo más alto del paso internacional y nos miramos de igual a igual con los picos más altos, los volcanes y los cóndores.
Allí nuestros guías nos enseñarán a caminar con raquetas. “Es algo así como ir pintando la nieve con los pies”, señala Fabián Fasce, un experimentado hombre de montaña que conoce como nadie, cada uno de los rincones de esta singular geografía. Poco a poco, nos adentraremos en uno de los bosques más altos que se puede encontrar en la zona, para luego salir de él y ser espectadores privilegiados de la majestuosidad de la montaña. Enormes, eternas, completamente blancas, verdaderos gigante de paz, que nos hace sentir tan pequeños como realmente somos. Es muy factible que hasta el más locuaz de los turistas, pierda su habilidad cuando aprende a disfrutar de los silencios.
La propuesta es entonces muy simple, dejarse llevar por los sentidos, sentarse en la nieve sencillamente a contemplar, escuchar en silencio, las historias que susurran entre brisas de recuerdos, los volcanes, arroyos y árboles sobre este mágico lugar.</d
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