Adquirido en 1966 por dona Carlota Echeverría, el inmueble se convirtió en su hogar durante décadas hasta donársela a su hija Ximena, a principios de este siglo. En 2010, Renato Solines, nieto de Carlota y su esposa, la arquitecta Veronica Reed, se plantearon rescatar y preservar el lugar , y al mismo tiempo, dotar al centro histórico de Quito la posibilidad de un alojamiento diferente, exclusivo y sofisticado, que ayudara a activar esa zona donde cada vez crecía más la demanda por este tipo de alojamiento.

Carlota presenta un nuevo concepto de hotelería en Quito, combinando un entorno urbano con un diseño único y atrevido, que le ofrece al viajero una experiencia auténtica.

Siguiendo la línea de Quito, ciudad que figura entre las más sustentables del mundo, el hotel mantiene altos estándares ambientales que permiten garantizar el mínimo impacto en el entorno. Carlota se convertirá en el primer hotel del país con certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design) por el U.S. Green Building Council.

El hotel, con capacidad para 35 huéspedes, ofrece diferentes tipos de habitaciones, 12 en total, que incluye suites, lofts, dobles y triples