Turismo y Memoria
Todo paraguayo sabe desde niño los nombres de las batallas y de los héroes de la Guerra Guazú o Guerra Contra la Triple Alianza, a la que los argentinos nos referimos como la Guerra del Paraguay, pero poco nos enseñan en la escuela qué pasó, cómo pasó y por qué. Visitar los lugares y hablar con los pobladores es desenterrar un pasado no muy lejano y reconocer las huellas de un genocidio que permanece intacto en la memoria de los paraguayos pero que ha sido sistemáticamente desdibujado del inconciente colectivo de los argentinos, uruguayos y brasileños; y no inocentemente, pues entrar en contacto con la Guerra de la Triple Infamia, como la llamó Juan Bautista Alberdi, un episodio doloroso de la Historia de América del Sur, en el que Argentina, Uruguay y Brasil destrozaron con una crueldad insólita al Paraguay, cuyo único crimen había sido pretender un desarrollo político-económico independiente, por fuera de la dependencia del capital inglés. ¿Puede el turismo enseñar lo que la escuela no quizo?
Paraguay conoció dos grandes contiendas bélicas, que marcaron con fuego el sentimiento de este país. La Guerra Contra la Triple Alianza, de 1864 a 1870, tuvo como escenario gran parte del territorio de la Región Oriental, que hoy albergan vestigios de aquella recordada “guerra guazú (grande)”. El Parque Nacional Vapor Cué, donde se encuentran los restos de las embarcaciones hundidas y quemadas, en el Río Yhaguy, en agosto de 1869. Las instalaciones de la primera Fundición de hierro en Sudamérica, La Rosada, habilitada 1854, y ubicada en Ybycui.
Cerro Corá
El Parque Nacional Cerro Corá, donde se encuentran bienes históricos y naturales. Fue el escenario de la última batalla de la Guerra de la Triple Alianza, el 1º de marzo de 1870 y de la muerte del Mariscal Francisco Solano López, a orillas del Río Aquidabán Niguí.
La Guerra del Chaco, contra Bolivia durante tres años, desde 1932 a 1935, desarrollada en el gran territorio de la Región Occidental. En la actualidad, existen las picadas, trincheras y tucas (pequeñas cuevas de protección), en Boquerón, ciudad que alberga un interesante museo militar, con armamento utilizado en esta contienda.
Los museos paraguayos
Para conocer con detalles la historia del Paraguay, nada mejor que visitar los museos. Empezando por Asunción, la capital guarda importantes piezas históricas en sus museos y centros culturales. La Casa de la Independencia, con objetos de los jóvenes independentistas que defendieron la soberanía del país; el Museo Juan Sinforiano Bogarín, con tallas religiosas y objetos de las familias asuncenas de siglos atrás; el Museo Etnografico Andrés Barbero, con importantes piezas antropológicas e indigenistas; el Museo de Bellas Artes, con una pinacoteca interesante; el Centro Cultural y Museo del Arte Sacro, con tallas jesuitas; el Centro Cultural de La República El Cabildo, con la historia de las artes en el Paraguay. En el interior se destacan: el Museo Mitológico Ramón Elías son imágenes de la mitología guaraní; el Monumento Científico Moisés Bertoni, el Museo de la Tierra Guaraní; el Museo Gaspar Rodríguez de Francia, con ropas y utilerías de la Colonia; los museos de las Colonias Menonitas en el Chaco, Colonia Neuland, Jacob Unger y Colonia Menno; el Museo Arqueológico, Antropológico y Etnográfico Guido Boggiani; los relacionados a la Guerra de la Triple Alianza, La Rosada, Parque Nacional Cerro Cora, Humaíta, Paso de Patria, Isla Umbú, Vapor Cué; Los Jesuíticos, San Ignacio Guazú, Santa María, Santiago y Santa Rosa en las Misiones.
El futuro truncado
Desde que la primera locomotora piso suelo sudamericano, en 1860 en Paraguay, muchas historias fueron sobre rieles. Comenzando en Asunción, con la magnifica edificación de la Estación Central, ubicada en el casco histórico de la ciudad, con un museo con piezas antiguas y la primera locomotora llamada Sapucai (grito).
Pero es el pueblo con Sapucai, en Paraguari, donde en 1885 se instalan los ingenieros ingleses con sus familias, en campamentos de trabajo y villas. Se piensa que eligieron ese sitio por la cantidad y calidad del agua de la zona, esencial para el funcionamiento y mantenimiento de las máquinas como de las locomotoras.
Hablar de los pueblos de Paraguay es sinónimo de encanto, por sus paisajes naturales, edificaciones antiguas y sus costumbres muy arraigadas en el sentir de los lugareños. Areguá, con su alfarería y casonas que guardan en sus paredes pedazos de historias; San Bernardino, conocida como la ciudad veraniega, originaria colonia de alemanes. Tobati, pueblo de profundas raíces franciscana; Paraguarí, rodeada de serranías y cauces de agua por doquier; Caazapá, de un raro hechizo, dicen por ahí que circula el payé (magia) para el asombro de los visitantes; Concepción, con un antiguo puerto, es histórica y culta; Villarrica, cuna de poetas y músicos; Yatayty, pueblo donde el tiempo no pasó, y hacendosas tejedoras bordan el ao poi; Santa María, una reducción de los jesuitas que aún guarda vestigios de esa época; San Cosme y Damián, otra reducción jesuita, donde el sacerdote Buenaventura Suárez tuvo un centro de astronomía; Pilar, en la conjunción de los Ríos Paraguay y Paraná, con un Cabildo Colonial; Humaita, ciudad bastión de los paraguayos en la Guerra de la Triple Alianza; Isla Umbú, con vestigios de la guerra guazú y pintoresco museo con objetos de esa contiend