Sin hoteles, pero con un gran sentido de la previsibilidad, la ciudad de Oakland, se propuso crear un impuesto turístico.

Pese a no contar con establecimientos para hospedar turistas (carpas, hoteles, hostels, nada), ni perspectivas en carpeta de que se vaya a inaugurar alguno en un futuro inmediato, en la ciudad norteamericana de Oakland (Oregón) la alcaldesa propuso instaurar una tasa turística. Bette Keehley dijo: “es cierto que no tenemos alojamientos en nuestra ciudad por ahora. Pero decidimos adelantarnos a ese hecho antes de que tengamos una real necesidad de ello”.

Con una población que no llega a los mil habitantes, la ciudad ubicada en el condado de Douglas en Oregón posee apenas un centro histórico, en el que se distribuyen un puñado de coloridos locales de antigüedades y curiosidades, que se llevan gran parte de la atención de los transeúntes.

Y si bien Oakland se encuentra próxima a varias de las bodegas del Valle de Umpqua, está demasiado lejos de la autopista más cercana como para generar atracción o interés en las cadenas hoteleras para instalarse dijo la alcaldesa. “Si salieran de la autopista, encontrarían una pequeña gran ciudad”, agregó la funcionaria en relación a la poca pero incómoda distancia que los separa del tan ansiado bien: el turismo.

Lo absurdo de la situación tuvo al menos un final lógico cuando los legisladores rechazaron la propuesta de la alcaldesa que cobraría un 8% del monto del costo del alojamiento, provocando incluso la ciudad sea anticompetitiva, aún antes de entrar en el negocio. “Lo que necesitamos más que nada como ciudad es actividad económica y esta es una ordenanza anti-económica”, dijo un residente local.

Luego de la sesión la alcaldesa dijo que el tema seguramente se volverá a tratar en el futuro. Como dicen los que saben, mejor prevenir que lamentar, ¿no?