Fue el jefe del Estado ecuatoriano, Rafael Correa, el que informó de la promoción de esos tres destinos turísticos, que se unirán, según dijo, a los ya posicionados en las Islas Galápagos y la selva de la Amazonía.
El mandatario, en su habitual programa de radio y televisión de los sábados, señaló que el Ferrocarril de los Andes es un proyecto en ejecución que implica la rehabilitación del sistema de trenes construido hace un siglo en el país. Esa vía férrea, de cerca de 900 kilómetros, une a la sierra andina con la costa, pero desde hace casi 15 años dejó de funcionar.
El pasado 30 de diciembre, el propio Correa recibió en una estación de Quito a una vieja locomotora a vapor que cumplió una pequeña ruta desde la ciudad de Latacunga, 100 kilómetros al sur de la capital, con la que el mandatario fijó el inicio de la rehabilitación ferroviaria.
El ferrocarril cruza los Andes por parajes de ensueño, como "La Nariz del Diablo" o los túneles de San Lorenzo, en una travesía muy apreciada por los turistas.
"Hace un siglo fue el ferrocarril más difícil del mundo, ahora es el ferrocarril más hermoso del mundo, con un potencial turístico enorme", enfatizó Correa.
"El ferrocarril es una de las víctimas de la larga y triste noche neoliberal", apostilló Correa, que también destacó como producto turístico insignia al Qapac-Ñan, que sigue la ruta que en la época precolombina edificaron los incas.
El mandatario también dijo que se empeñará en la modernización de la Ruta del Spóndilus, una carretera de cerca de 700 kilómetros de longitud que en su mayoría corre paralela al perfil costero del país y une a decenas de balnearios en el Pacífico ecuatoriano.
Correa adelantó que, para cumplir con ese objetivo, el Gobierno hará "una intervención de emergencia para quitarle tanto bache" a la vía que, hasta hace poco "era más hueco