Devorada por la arena
El abandono, la decadencia, poseen una estética particular y para algunos altamente atrayentes, una belleza singular que en cierto modo se distancia y hasta se opone de esos cánones que prefieren la perfección de las formas y la viveza de los colores. Contrario a esta idea, hay quienes encuentran regocijo en aquello que ha perdido la atención de las mayorías debido, en buena medida, al paso del tiempo, al interés disminuido por aquello que alguna vez fue célebre y solicitado.
En el año 1905 Johnny Coleman conducía una carreta de bueyes por el desierto del Namib hacia el pueblo costero de Lüderitz.
Tras recorrer gran parte del camino y cuando sólo le quedaban unos 10 km para llegar a su destino, Coleman se pierde. Una fuerte tormenta de arena hace que tenga abandonar su carro en una pequeña ladera.
Lugar que a partir de aquel momento paso a llamarse "La colina de Coleman", Kolmannskuppe, en alemán, o Kolmanskop, en afrikaans.
Tres años después, en 1908, en ese mismo sitio Zacharias Lewala trabajando en la reparación de la vía del tren encontró un enorme diamante. La noticia del hallazgo corrió como la pólvora lo que atrajo a un montón de alemanes.
Y lo que era un poblado sin luz ni agua, de la noche a la mañana se convirtió en la ciudad más rica de África. Un pueblo minero de grandes mansiones de piedra al más puro estilo bávaro pero en el desierto africano. Un lugar con todas las comodidades, incluyendo un hospital, salón de baile, central eléctrica, escuela, bolera, teatro, casino, fabrica de hielo, etcétera.
Y fue así como Kolmanskop gracias a su riqueza pasó a ser la primera ciudad africana en tener tranvía y un aparato de rayos X que se trajo ex profeso de Alemania para controlar que los mineros no se llevasen los preciados diamantes. Un periodo de lujo que finalizó en 1954 cuando se abandonó definitivamente la ciudad al acabarse los diamantes.
Ahora, tras décadas de abandono, Kolmanskop pertenece a la empresa conjunta NamDeb (Namibia-De Beers) y se ha convertido en una atracción turística. Miles de curiosos caminan entre las casas enterradas por las dunas del desierto haciendo fotografías. Sólo se puede visitar con un permiso especial del gobierno de Namibia ya que se encuentra en la zona prohibida o Sperrgebiet.
Fuentes: Pijamasurf y Meridianos