El festival surge en abril de 1981 con el  título de ‘Primer Festival de las Artes  Escénicas de Origen Caribeño’. Desde su comienzo contó con la participación de importantes intelectuales del Caribe hispano parlante, de lengua inglesa y francófono, hombres de la  talla de Luiz Suadóaz (Cuba), Argeliers León (Cuba), George Lamming (célebre escritor barbadense), Eraclio Zepeda (poeta y narrador).

También Juan Bosh (República Dominicana), Rafael Murillo (Honduras), Thiago de Mello (poeta de  Brasil), Argeliers León (Cuba),  Guillermo Orozco (Cuba), Marta Jean Claude (Puerto Príncipe, Haití), Miguel Barnet (Cuba), Fernández Retamar (Cuba), Víctor Villegas (República Dominicana), Gabriel García Márquez (Colombia), Barry Chevannes y Rex Nettleford (Jamaica), Doudou Diáne (sociólogo senegalés), Geraldine  Chapló (California), entre otros.  
                  
En este festival se ofrecen varios espectáculos, gran parte de ellos al aire libre. Todas las actividades  privilegian la participación del país  invitado. En el marco del mismo se  celebran diferentes actividades, tal es el caso del Coloquio Internacional El Caribe que nos Une, siendo este, el  evento teórico principal, aunque simultáneamente se realizan talleres  sobre poesía, oralidad, teatro popular,  danza, religiosidad, etc.; y ciclos de cine, conciertos, puestas en escenas en  salas y al aire libre.        

Como parte del evento se entrega el Premio Internacional Casa del Caribe. Otros eventos de gran impacto visual son el desfile de la serpiente y la  tradicional y esperada quema del  diablo, entre otros. El Festival del Caribe, es una verdadera fiesta que exalta las raíces más  auténticas de la espiritualidad del  cubano y de la región caribeña además del país al que se dedica el festival.      

Durante su celebración se reúnen intelectuales, académicos, investigadores y agrupaciones  artísticas que representan a las culturas populares mestizas de la  región, proyectándose en más de cincuenta espacios de la ciudad. Las  reflexiones teóricas y académicas  trascienden las salas convencionales y  continúan en las calles y plazas.          

La Fiesta del Fuego, como suele llamársele al Festival, ha contribuido a la visibilidad internacional de los diversos factores de la cultura santiaguera, en los cuales, de forma  inequívoca, han quedado registradas  marcas de los africanos y sus  descendientes cubanos y de otras  zonas de las Antillas, unos traídos  como mano de obra esclava y otros  que emigraron a la ciudad y sus alrededores en diferentes