Las bellezas de Córdoba no sólo se limitan a paisajes naturales, sino que la capital también tiene mucho para ofrecer. La ciudad está compuesta por construcciones históricas que incrementan su valor escénico, entre las que se encuentran La Mundial y El Papagayo, dos de los edificios más angostos del continente.

Córdoba cuenta con el privilegio de tener La Mundial, la construcción más angosta de Sudamérica, la cual se sitúa en la Avenida Emilio Olmos y Rivadavia. Su curiosa figura se formó por consecuencia de una disputa vecinal, ya que, al ensancharse la calle, se debió demoler una parte de la esquina.

El espacio libre era muy estrecho como para desarrollar un nuevo plano, por lo que el vecino de atrás le propuso al propietario comprarle el terreno para expandir su casa, pero la oferta fue rechazada.

De esta manera, el dueño del terreno contrató a dos arquitectos franceses, quienes, en el limitado hueco, proyectaron una nueva construcción. Así, desde 1931, se inauguró la compañía de seguros La Mundial.

Actualmente, el edificio de 3,70 metros de ancho y cinco pisos funciona como sitio de oficinas comerciales. Desde la confitería La Real, que se ubica en la vereda de enfrente, se refleja con claridad la diferencia de extensiones con el resto de propiedades de la cuadra.

El Papagayo.

LA INCREÍBLE HISTORIA DETRÁS DE EL PAPAGAYO

El récord de Córdoba no termina en La Mundial, ya que también cuenta con el restaurante más angosto del país: El Papagayo. El local gastronómico se encuentra sobre un pasillo de 2,40 metros de ancho por 32 de largo y fue ideado por el chef Javier Rodríguez, reconocido por revitalizar la escena culinaria de la provincia.

Ernesto Bedmar, arquitecto creador del proyecto, tomó la idea tras un viaje a Japón y la implementó en Argentina, aunque durante la obra tuvo que realizar ciertos cambios inminentes: reemplazar el techo de hormigón original por uno traslúcido para definir la altura interior y colocar, en la parte superior, 1500 piezas de gres esmaltadas que componen una pieza del ceramista Santiago Lena, quien además estuvo a cargo de la elaboración de la vajilla.

A su vez, El Papagayo no solo se distingue por su particularidad arquitectónica, sino que resulta disruptivo por su variedad y nivel gastronómico: dispone de un menú de tres pasos para el mediodía y once para la cena, con bebida sin alcohol incluida.