Comenzaron las vacaciones de invierno y, pese a lo que muchos podían suponer, hay movimiento turístico en Buenos Aires.
Así es, en contra del imaginario colectivo, el cual supone que el turista se va de la ciudad durante julio. No obstante, no deja de ser sorprendente. De hecho, a nosotros nos fue bastante bien durante el mes, ya que tuvimos una demanda importantísima.

¿Cómo se caracteriza la oferta en Buenos Aires?

Generalmente, es de calidad. Sin embargo, dada mi experiencia –trabajé muchos años en el Norte de Brasil-, no la caracterizaría como tan servicial. Es más bien correcta, profesional. Y eso es muy valorado por el turista. 
Otra característica es la gran cantidad de oferta que hay en Buenos Aires. 

Así es. De hecho, hay más hoteles acá que en San Pablo, Río de Janeiro o Ciudad de México. Pero también hay que tener en cuenta el mercado no convencional, algo contra lo que estamos luchando. O sea, es una tendencia, es imposible que no exista o sea prohibido, algo con lo que estoy en contra. En todo caso, habría que buscar la forma de regularlo, que tribute, como hacen los hoteles. Nosotros pagamos costos altísimos, y tenemos que estar atentos ante cualquier nueva normativa.
Otra cuestión a la que deben atender es el sugestivo aumento de tarifas.

Es algo que impacta de manera tremenda en los costos. Y esto es algo que debe mejorar y cambiar a corto plazo, porque así es inviable e insustentable. Si estamos hablando de nuevas inversiones, este tipo de condiciones no ayudan.

¿Que rol que está jugando el Ministerio de Turismo?

Siento que se está haciendo un trabajo importante, aunque es incipiente. Por otro lado, después de mucho tiempo se han puesto personas experimentadas en el sector a ocupar cargos significativos. Desde un primer momento manifestaron su intención de unir fuerzas con el sector privado, y nosotros gustosos de que eso pase. Ese el camino para hacer bien las cosas, sin dudas. Sin embargo, por ahora hay más discurso que acciones concretas.

Entonces, podemos suponer que sus expectativas para el segundo semestre son buenas.

Efectivamente, puesto que se nota una transformación en el modelo de negocio. Por ejemplo, el tipo de cambio en el dólar tuvo mucho que ver. Argentina se ha vuelto un país caro, algo que me parece que está mal, habría que buscar un equilibrio, pero esta realidad atrae a otro tipo de turista, uno diferente del que estuvo viniendo en años anteriores, que no gastaba tanto. 

¿Qué lugar ocupa Internet en esta transformación?

Su utilización ha sido un cambio muy significativo. Mirá el caso de Uber o Airbnb, están acá y no se puede detener. Las aplicaciones y todo lo que conlleva es algo irreversible, por más que mucho se resistan. 

¿La resistencia viene más de lado del empresario?

Es obvio, porque cambia las cosas, el estatus quo. Hay que modernizarse, entender qué está pasando, porque los cambios vienen cada vez más rápido. El concepto del hospedaje cambió: no es más una habitación y un simple servicio. Últimamente se tiende más a ofrecer una experiencia: el cliente debe ser atendido de otra manera. Los servicios y la decoración son un complemento.

Entonces, ¿por el momento no vamos hacia una despersonalización de los establecimientos?

No, no creo. Aunque, por ejemplo, hay hoteles con máquinas que te resuelven cuestiones como el check-in, sigo apostando a que el contacto humano es insuperable. Es más, considero que el contacto humano, en la hotelería, es muy necesario.