Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Oliverio Girondo y todo el grupo de Florida (aquellos “niños bien”, según sus rivales de Boedo) solían reunirse allí, a mediados de los años 20, para discutir sobre vanguardismo, renovación cultural y compartir poesías. Y dicen los que saben del tema, que por sus mesas también pasaron personajes como Horacio Quiroga y Baldomero Fernández Moreno, que se mezclaron sin pudor entre muchos otros desconocidos. Desde 1917 permaneció inmune a todos los cambios a su alrededor y hasta ahora había mantenido intacta su esencia porteña aún en medio de una peatonal invadida de turistas; pero no pudo más: la antigua confitería Richmond, en Florida 468, está a punto de cerrar . Y si eso pasa, la Ciudad no sólo perderá un ícono, sino también uno de sus bares notables (en total son 60) más bellos, antiguos y grandes.
La Richmond –que ya había cerrado su famoso salón billar del subsuelo– pasará a ser, dentro de muy poco según trascendió, un mega local de la firma Nike. El inmueble está alcanzado por la ley porteña 2548 que declara la protección cultural de 600 edificios y figura en la lista de los llamados “bares notables”, pero aún así puede cambiar de rubro.
Clarín intentó localizar a los dueños actuales pero no hubo nadie que diera la palabra formal y según pudo averiguar se trata de un grupo inversor que compró el local el año pasado y que hoy se dedica a los bienes raíces. Ayer, los mozos dieron su versión: según dijeron, los nuevos dueños tienen previsto cerrar el local de 1.500 m2 en los próximos meses y tienen un acuerdo para que Nike abra allí un local. Pero todavía no tuvieron una comunicación oficial. “Desde enero pasado el salón empezó a achicarse, el billar cerró, y de los 36 mozos que había el año pasado sólo quedamos diez que no damos abasto. Todos los meses fueron echando mozos, pero no sabemos qué va a pasar, nadie nos dice nada”, dijeron, intentando preservar su nombre y antigüedad. El salón del subsuelo ya fue desmantelado, pero por ahora el salón principal se mantiene intacto: por dentro, el edificio construido por el arquitecto belga Jules Dormal aún mantiene el estilo inglés y sus sillas y sillones Chesterfield de cuero. Igual que los revestimientos en boiserie de roble de eslavonia y las arañas holandesas de bronce y opalina.
El cierre está previsto para fines de agosto o principios de septiembre . Por eso desde varios sectores ya impulsaron los reclamos para que el café siga en pie. El Ministerio de Cultura, que encabeza Hernán Lombardi, está analizando el tema. E incluso hubo movidas de clientes para que la Richmond pueda tener el final feliz de Las Violetas o el Café de los Angelitos.
“Vamos a buscar un mecanismo de acuerdo para sensibilizar a los compradores acerca del valor patrimonial de la Richmond. La ley le da protección sobre la fachada. Habría que buscar un inteligente equilibrio entre la protección histórica de lo que ocurrió en la Richmond y el derecho a la propiedad, sobre el que no se puede avanzar. En estos casos, siempre buscamos acercar una propuesta para buscar inversores e interesarlos, que puedan mantener el uso como bar”, dijo Lombardi.
Por ahora, desde Nike están esperando y dispuestos al diálogo. La cadena, que sólo trabaja con franquicias, adelantó que si avanza el negocio no planea hacer cambios estructurales en el edificio.

Fuente: Clarin.com