Referentes de destinos hablaron con Mensajero sobre las acciones realizadas para tener turismo todo el año y sobre el escenario que deja la falta de visitantes.

Según datos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), en 2021 el sector en Argentina sumó 1,33 millones de empleos, es decir, casi el 7 % del total de los puestos de trabajo en el país, y su contribución a la economía nacional representó un 7 %, llegando a los 33,7 billones de dólares. Asimismo, el estudio pronostica un aumento del empleo del casi 7 % en comparación interanual, con más de 9000 nuevos puestos de trabajo.

Sin embargo, la estacionalidad en algunas ciudades turísticas del país deriva en que esos puestos de trabajo dejen de generar ingresos durante la temporada baja, debido a que el escaso (y muchas veces nulo) caudal de visitantes no alcanza siquiera para cubrir los gastos de los locales. ¿Qué sucede cuando baja el telón y lo único que queda en los destinos son los propios pobladores?

Romper con la estacionalidad

Según explicó el secretario de Turismo de Mina Clavero, Ariel Panella, la localidad recibe en verano entre 30 mil y 50 mil viajeros. Sin embargo, hace diez años se viene intentando desestacionalizar la actividad, organizando eventos masivos y mensuales durante todo el año, y evitando que coincidan con los fines de semana largos. “Tenemos una competencia que se hace cada 28 de marzo y que se llama la Vuelta Altas Cumbres. Nació como un evento chico y este año ya sumó 4500 competidores. Durante una semana, tuvimos la ocupación plena, porque cada competidor viene con su familia”, ejemplificó.

El desafío de la desestacionalización
Calafate todo el año

Por su parte, Mirta Álvarez, presidenta de la filial de la Fehgra de Miramar, señaló que la federación cuenta con alrededor de 60 asociados y comentó que la actividad se sostiene a partir de diferentes eventos, aunque es un segmento que “mermó” durante la pandemia. “Antes, teníamos diez competencias de natación al año. Hay también uno de taekwondo y uno de arquería. Nosotros teníamos la Fiesta de la Tradición hace muchos años, que traía figuras de nivel nacional y se ha ido perdiendo todo. Eso es lo que hace que la ciudad de a poco vaya muriendo”. En ese sentido, manifestó que durante los últimos años desde el destino se está buscando el turismo zonal para los fines de semana atraer visitantes de ciudades cercanas como Tandil, Balcarce y Mar del Plata.

Administrando ingresos

La década del ‘90, cuando la oferta hotelera de Mina Clavero creció escalonadamente, pasando de 3 mil a 12 mil plazas, significó una revolución en términos turísticos. “Ahí fue cuando se empezó a marcar la cuestión estacionaria. Es lo que sirve para tener una pyme que sea rentable. Un emprendimiento con 20 plazas. ¿Cómo hacer para que sea rentable y que te deje un sueldo para vivir con tu familia? Bueno, con 90 días de ocupación, se puede”, explicó el secretario de Turismo local, que en otra época supo ser empresario.

Por su parte, Rubén Martínez señaló que la FIT sirvió para vender el invierno 2023 y la temporada 2024. Sin embargo, manifestó que en situaciones normales, el movimiento en invierno “se resiente bastante”, registrando una ocupación hotelera de entre un 35 % y un 40 %, debido a que al tener cinco frecuencias, llegan al destino unas 900 personas diarias. “Antes se podía recaudar en la temporada alta y vivir con eso el resto del año. El tema es que hoy las agencias de viajes no podemos cerrar porque igual tenemos costos”, sostuvo.

El desafío de la desestacionalización

Tras bambalinas

En el caso de Mina Clavero, más allá de contar con eventos durante todo el año, cuando los visitantes dejan el territorio cordobés, la ciudad recobra los tintes originales: ”Es obvio que no vamos a tener siempre todos los días como la segunda quincena de enero, donde no hay espacio ni para cargar nafta. Somos un pueblo que parece una ciudad, con 14 mil habitantes, en el que prácticamente nos conocemos casi todos. Varias veces a la semana nos cruzamos con la misma gente. Esa esencia no se va a perder”, sostuvo Panella.

El desafío de la desestacionalización
El Calafate

En Miramar, la temporada alta es bastante más acotada: de enero al 20 de febrero, dependiendo del comienzo del ciclo lectivo. En este sentido, Álvarez comentó cuál es el paisaje en la ciudad una vez que finaliza el período de vacaciones: “Me paro en la esquina y parece el lejano oeste, faltan los pastos rodando. Hay muy pocos autos, casi nada de gente en la calle y los negocios cerrados porque no se pueden mantener durante el resto del año con lo que se trabaja”.