Con el arte y la historia como denominador común, los países del Viejo Continente son los más anhelados por los viajeros de todo el mundo.

Uno de los grandes motivos que empujan a los turistas a emprender un viaje, además de la necesidad de descansar, es la intención de conocer la historia, la esencia y la comunidad de un lugar. En ese sentido. Europa continúa enamorando a los visitantes argentinos con sus tradiciones culturales y una fuerte conexión con los antepasados familiares que todavía genera una atracción que va más allá del Atlántico.

España

La puerta de entrada al Viejo Continente para la mayoría de los argentinos sigue siendo España. Quizás el motivo que pise más fuerte sea la posibilidad de no enfrentarse a un choque idiomático y sentirse un poco como en casa.

Caminar por la Gran Vía madrileña, detenerse en la Puerta del Sol, saborear la gastronomía local (tan parecida a la argentina) y dirigirse a sus más de 60 museos forman parte de un recorrido obligatorio.

Unas de las visitas indispensables en Madrid son la Puerta de Alcalá, la fuente de Cibeles y conocer el Paseo de la Castellana, donde se encuentran algunos de los más elegantes hoteles y edificios vanguardistas.

Además, nadie se puede ir de la capital española sin haber caminado por la Plaza Mayor, donde la experiencia se completa sentándose en alguno de los puestos para degustar unas tapas.

Otra de las ciudades más concurridas por los visitantes extranjeros es Barcelona, cuna de la cultura, el diseño y la moda. Influenciada por artistas de distintas ramas, como Antonio Gaudí, Pablo Picasso y Joan Manuel Serrat, la capital catalana representa uno de los sitios góticos más vistosos de España.

Italia

Caracterizada por ser la cuna del Renacimiento, pasear por las calles de Italia es casi como recorrer un gran museo al aire libre. Roma, por ejemplo, se destaca por ser una ciudad que maravilla con su Coliseo, el Foro Romano, la Piazza Navona y la llamativa Fontana di Trevi, por mencionar sólo algunos de sus grandes y numerosos atractivos. Además, una parada obligada para cualquier argentino es el Vaticano, con la Plaza y la Basílica de San Pedro, que cobraron una relevancia mayor a partir del nombramiento del Papa Francisco en marzo de 2013. Otro de los principales atractivos de la capital italiana es la Capilla Sixtina, que llena los ojos de los visitantes a través de las pinturas de Miguel Ángel.

En el norte del país, Milán se presenta como una ciudad vibrante caracterizada por el arte y la moda. Es indispensable pasear por la galería Víctor Manuel II, donde se encuentran algunos de los cafés y comercios más concurridos de la localidad, como una parada técnica antes de visitar el monasterio de Santa María de las Gracias, lugar en el que se encuentra La última cena, la icónica obra de Leonardo da Vinci.

Francia

Considerada como “la ciudad luz”, París representa el destino anhelado por aquellos viajeros más soñadores. Pasear por los Campos Eliseos es una de las mejores experiencias, ya que cuenta con los locales comerciales pertenecientes a las marcas más lujosas y los locales gastronómicos que son testigos de un desfile interminable de turistas de todo el mundo.

Llegar hasta el Arco de Triunfo y caminar por las orillas del Sena son dos de los planes que no pueden faltar en la agenda del viajero. Sin embargo, el punto imperdible del itinerario es sacarse una foto frente a la emblemática Torre Eiffel, e incluso ascender hasta el mirador para obtener una vista panorámica de la ciudad a más de 250 metros de altura.

Otro de los íconos franceses es la Catedral de Notre Dame, que turísticamente hablando es una de las grandes atracciones de la ciudad, así como también el museo del Louvre, uno de los más visitados del mundo, ya que cuenta con obras como La Gioconda y la Venus de Milo.

Alemania

La gran variedad de festivales, la gastronomía y el turismo oscuro signado por un pasado conocido por el mundo entero hacen de Alemania un destino imposible de dejar pasar en toda travesía por Europa. Por empezar, Berlín exhibe en cada uno de sus rincones un pedazo de historia para contar a sus visitantes, que se remonta a la Segunda Guerra Mundial y a la caída del Muro que estuvo en pie durante 28 años. En ese sentido, los edificios de arquitectura moderna generan el contraste ideal para crear un ambiente donde lo clásico combina con lo moderno de los nuevos tiempos.

En Munich, por su parte, la cerveza se lleva todas las miradas durante el evento más importante del año: el Oktoberfest, una celebración que rinde culto a esta bebida, así como también a las comidas típicas alemanas, y que si bien se replica en diferentes partes del mundo, vivir la experiencia en la tierra que dio origen a la festividad no tiene comparación.

Finalmente, Frankfurt es considerada una de las ciudades más desarrolladas del país, tanto que se ha convertido en el centro financiero de Europa. Realizar un paseo alrededor de los impresionantes rascacielos de la ciudad es un imperdible, ya que se trata de una ciudad con una gran carga artística y cultural, lo cual se puede ver reflejado en sus edificios.