Hoy es un día extraño. Atravesamos las primeras horas de un suceso que cambió para siempre la historia de nuestro país.

Este punto de quiebre en nuestra cotidianeidad no es ni más ni menos que el resultado de años en los que naturalizamos la crítica no constructiva, agresiva y acusadora como una manera de expresar ideas. La grieta se volvió algo común, argumentando que siempre existió y que toda la vida hubo diferencias. Sí, claro. Las hubo, las hay y las habrá, pero el problema surge cuando creemos que hay una única verdad y que eso da derecho al insulto fácil.

Hay un poco de la impunidad de las redes que marca cierta liviandad al momento de descalificar al otro. Esta situación, por momentos, se refleja en una sociedad violenta a la que le parece normal ir a atacar a otra persona o hacer demostraciones públicas de odio.

Llamado a la lucidez

La unión es el desafío de los tiempos que vienen. De eso no hay dudas. Ahí es donde los medios de comunicación cumplimos un rol fundamental. El mensaje de hoy tiene que ser claro, lo que estamos viviendo es repudiable desde cualquier lugar que se lo analice. El presente exige que estemos a la altura de las circunstancias y como ciudadanos debemos pedir el esclarecimiento del intento de asesinato de la vicepresidenta. Sólo así se podrá recuperar la paz que una sociedad en evolución necesita.

No hay tiempo para seguir marcando diferencias. Es urgente y necesario entender que pensamos distinto y que eso no es malo. Lo peligroso radica en las formas de expresar lo que se cree.

Desde Mensajero, el compromiso con la democracia, con la información y con un “buen comunicar” sin agredir es y seguirá siendo una premisa en el día a día, y en esa línea es que hoy decidimos que la realidad nos exige sólo reflexión. El lunes ya habrá tiempo para seguir informando sobre la actividad turística.