Buenos Aires tiene innumerables matices y puede ser en sí misma un destino propio. Aquí un recorrido por una noche inolvidable. 

Cada rincón de la capital Argentina tiene una crónica con célebres protagonistas. Ingresar a sus bares tradicionales es una invitación a soñarla en la década del cuarenta, cuando se originó la explosión de la industria cultural popular en la ciudad; momento en el que multitudes seguían a cantores y músicos de Tango.

Al recorrer sus calles cargadas de cultura musical, es difícil no fantasear con los espectáculos que ofrecían Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese en el microcentro porteño. A su vez, imaginar a Enrique Santos Discépolo sentado en un bar escribiendo las letras de su famoso tango Cafetín de Buenos Aires, esta particularidad hacen que el Tango sea el símbolo más representativo de Buenos Aires.

Tango Porteño, la casa del tango
Tango Porteño

Tango Porteño, es la única Casa que propone un recorrido en el tiempo por esos gloriosos años en Buenos Aires, cuando se respiraba y disfrutaba tango en todos los rincones de la ciudad. Es un espacio maravilloso donde viven y conviven todos los personajes de la Década de Oro del tango: las grandes orquestas de Piazzolla, D’Arienzo, Troilo y Pugliese.

Cuando este fabuloso teatro abre sus puertas a las 20:30 hs, empieza la travesía. El punto de partida es el menú con sus exquisitas propuestas gastronómicas.
A las 22 hs el sonido de la increíble orquesta marca el inicio del show, todo se vuelve más hermoso; el lenguaje del violín es comprendido por todos los asistentes. En el imponente escenario se exhiben coreografías emotivas interpretadas por destacados bailarines y la puesta en escena es asombrosa durante casi una hora y media de espectáculo.
A las 23.15 hs el único ruido que invade la sala son los aplausos de turistas y público local despidiendo al elenco artístico. Aplausos incasables que mantienen viva la historia y los personajes más transcendentes del tango. Final del show.