El Inprotur describió seis sitios ideales para descubrir y maravillarse con la diversidad de paisajes con la que cuenta la provincia.

Algunos de los grandes atractivos turísticos que ofrece la provincia de San Luis son las cascadas, las sierras y los miradores panorámicos. Al fin y al cabo, son lugares únicos para conectar con la diversidad y fuerza de la naturaleza argentina.

A raíz de esto, el Instituto Nacional de Promoción Turística (Inprotur) publicó un listado de seis atractivos imperdibles de la provincia, cuya diversidad paisajística deleita a quien decida viajar.

1. Parque Nacional Sierra de las Quijadas

Restos fósiles, yacimientos históricos y miles de hectáreas testigos de una vida tan distinta como lejana. Aquella que hace 120 millones de años advirtió el reinado de los dinosaurios. Así que si los fanáticos de la historia están leyendo, sabrán qué punto marcar primero. Se trata de un circuito turístico de tonalidades rojizas que no solo es un espectáculo visual, sino que es una joyita paleontológica de los períodos Jurásico y Cretácico.

El cuadro es sencillamente alucinante: serranías de un rojo intenso que por la erosión del viento formaron laberintos, farallones, acantilados, terrazas y más. El favorito: El Potrero de la Aguada, un anfiteatro natural enorme a solo 7km de la entrada del Parque. Aunque, claro, la lista de imperdibles continúa. De hecho, hay 5 recorridos más: los Hornillos de Hualtarán que evidencian cómo la cultura Huarpe cocía sus cerámicas y alimentos; el Sendero Flora Autóctona que durante 45 minutos de caminata presenta algarrobos y quebrachos blancos; el Sendero Las Huellas del Pasado que recorre las pruebas del paso del tiempo, el Sendero Guanacos y el de los Farallones.

Además, es un escenario clave para los aficionados de avistar fauna. Porque si bien el clima es más bien árido, hay un elenco de animales que con su elocuencia saca sonrisas 24/7: maras, zorros grises, pumas, guanacos, pecaríes de collar y corzuelas pardas, entre otros. Y si de aves hablamos: águila mora, vencejo de collar, cóndores, águila coronada, cardenal amarillo y más.

A saber: la temporada ideal para visitar el Parque es de abril a octubre, así se evitan las altas temperaturas. Sobre todo porque si se superan los 35°C, muchos senderos no estarán habilitados.

2. Potrero de los Funes

A 20 kilómetros de la capital de San Luis está el paraíso para los amantes de la pesca y los deportes náuticos. Dueño, también, de uno de los embalses más hermosos de la región y el más antiguo de la provincia. ¿La imagen? Un espejo de agua enorme que en su reflejo devuelve el paisaje puntano y se mimetiza con el color del cielo. Se llama el Embalse Potrero de los Funes y además de obsequiar un dibujo increíble, es el punto de encuentro favorito de los visitantes cuando la temperatura anuncia el verano.

Lo interesante es la versatilidad de la propuesta, pues hay tantos planes como gustos. Un clásico es disfrutar de un día de calorcito entre risas y picnics. O, si el agua llama tu atención, practicar deportes sin motor como la pesca, windsurf, kayak y canotaje. También se puede recorrer el embalse y darle la vuelta caminando en una hora. Y para los más adrenalínicos, la zona de Potrero de los Funes permite programas como el senderismo en Valle de Piedra y Cerro Cruz de Madera, mountain bike y hasta rappel o escalada en la Quebrada de los Cóndores.

3. Salto de la Moneda

La caída del agua de esta cascada de 12 metros es hipnotizante. Por el fluir de su líquido transparente y por el abrazo de las sierras puntanas que la rodean y forman su valle. Ningún componente está librado al azar y lo cierto es que la recompensa no está solo al final - cuando se descubre el Salto -, porque los agasajos naturales se irán revelando a cada paso caminado.

Queda en la localidad de Potrero de los Funes y su acceso depende de travesías particulares junto a gente local. Para alegría de los valientes, también hay alternativas de escalada y rappel. ¿Dato? Desde aquí se puede ver a lo lejos una fotografía súper característica de San Luis: el embalse y las sierras.

Importante: no hay que olvidar llevar agua para hidratarse durante la aventura ni gorra para protegerse del sol. La vestimenta, por supuesto, adecuada a la ocasión: cómoda y con buenas zapatillas. Y si la idea es disfrutar del agua, un traje de baño y toalla. Por último, es clave empacar algún snack (o mate, por qué no) para disfrutar de las panorámicas al atardecer con comida en mano.

4. Salinas del Bebedero

Kilómetros y kilómetros de luminosidad avasallante, una belleza indiscutida que en silencio encandila al viajero de turno. Es que la sal que recorre las mesas del mundo, en San Luis da forma a su icónico desierto blanco. Un espectáculo que maravilla por su grandeza, su textura y - sin duda - su color. De hecho, la admiración por el paisaje es aún mayor cuando en un día despejado el sol pega directo sobre el suelo y la sal se disfraza de diamante, regalando destellos constantes.

Lo mejor es que el ingreso a las Salinas del Bebedero es completamente gratuito. Y aunque solo se puede transitar por los accesos permitidos, son suficientes para flechar cualquier corazón. Es un recorrido de aproximadamente dos horas en el que no pueden faltar ni agua ni anteojos de sol, para que el reflejo de los rayos no lastime la mirada.

Si la curiosidad se hace presente, en la entrada también hay una planta nacional de sal comestible que revela la magia detrás de su proceso productivo. Y a solo 3km de las Salinas está la localidad de Balde que, para cerrar la jornada como corresponde, cuenta con un complejo turístico de aguas termales naturales a 42°C.

5. El Filo Serrano

En plenas Sierras de los Comechingones y a 2200 metros de altura, está El Filo o - en otras palabras - el límite que divide la provincia de San Luis con la de Córdoba. Una coordenada increíble y muy cerquita de las nubes que habilita desde panorámicas de ensueño hasta aventuras a otro nivel. Queda en Villa de Merlo, tan solo una de los puntos turísticos más visitados del territorio puntano.

Hay dos miradores que se llevan el premio. El primero es el Del Sol, que a 1470 msnm delata gran parte del Valle de Conlara y sus serranías aledañas. Dicen que por aquí se pueden sacar algunas de las mejores postales del Valle. Y el acceso es de lo más variado: auto, bici y hasta cuatriciclo. Por otro lado, está el Mirador de los Cóndores, que no solo deja ver el lienzo puntano, sino que - si el clima acompaña - descubre el Valle de Calamuchita cordobés. Ahora bien, por acá, las pulsaciones alcanzan nuevos ritmos porque es sede de tirolesas, puentes colgantes, escaladas y lo mejor: vuelos en parapentes. La clave es ir en el horario del atardecer para apreciar cómo los tonos anaranjados se funden en el horizonte.

6. Trapiche

A casi 40 km de la capital se encuentra esta villa veraniega rodeada de vegetación, ríos y arroyos. ¿Una curiosidad? Su nombre se debe al aparato homónimo que se usaba para moler el oro que se extraía de las minas cercanas. Hoy, lejos de aquella historia, es una locación que eligen los viajeros para hacer trekking, navegar por el Arroyo de las Águilas y, al igual que en Potrero de los Funes, pasar el día en el dique La Florida. En este caso, el embalse cuenta con 652 hectáreas y es una de las lagunas más bonitas de la zona. Las actividades favoritas son el buceo y la pesca deportiva.