El presidente de la Cámara Argentina de Turismo habló en exclusiva con Mensajero y condenó las restricciones al dólar que impuso el Gobierno nacional.

Hace casi seis meses, cuando recién empezaba esto, en otra entrevista con este medio, diste un panorama de cómo estaba el turismo. Hoy, 180 días después de esa nota, ¿en qué lugar está parado el sector?

-No estamos parados en un lugar muy diferente a pesar de que pasaron seis meses. Estamos en un peor momento incluso. En aquel entonces esperábamos que la cuarentena durara 30, 40 días o dos meses, pero no seis y contando. Además, desde aquella entrevista a esta parte llevamos el mismo tiempo esperando la sanción de una ley que contemple la emergencia económica para el turismo, cosa que al día de hoy no ocurrió. Tenemos tanta mala suerte que hasta nos tocó una discusión entre miembros del oficialismo, entre lo que impulsaban los diputados y senadores del mismo espacio político. Como si eso fuera poco, se presenta la ley en una sesión que está judicializada por Juntos por el Cambio, así que no sabemos si la ley será válida o no. No está promulgada en el Boletín Oficial y, por ende, tampoco está reglamentada. Así que la situación es peor y la perspectiva por delante es mala.

¿Cambió en algo la fisonomía del sector privado del turismo en estos 6 meses? ¿Tienen medido cuántos cierres hubo?

-No tenemos una métrica digna de darse a conocer. Sí en hotelería, en la que se sabe que el 15% de los establecimientos que cerraron ya no volverán a abrir. Se estima que este número se extenderá hasta un 46% o 47%. Argentina parece el país de las historias repetidas. Cada vez que el Gobierno toma una decisión se pone más compleja la situación de la actividad turística. Las medidas del BCRA jugarán en contra de las agencias de viajes y significarán el cierre de muchas de ellas. Por eso no sabemos si ya estamos asistiendo al peor momento o si todavía hay lugar para algo más.

¿Están molestos por la falta de definición en torno a la reanudación de los vuelos comerciales?

-Sin vuelos no hay turismo, así que de ahí en adelante todo lo que se pueda imaginar es desastroso. Sin circulación libre dentro del país tampoco hay turismo. Que nadie vaya a creer que se puede abrir un destino si no vamos a tener circulación interprovincial, transporte aéreo, terrestre o férreo. Hay muy pocas provincias del país, quizá sólo Córdoba y Buenos Aires, con peso específico para revertir esta situación con el turismo interno.

¿Cómo imaginás que será la actividad cuando se reabra? ¿Habrá timidez para viajar o pensás que la gente saldrá corriendo a pasar unos días de descanso en algún lado?

-No tengo dudas de que el turismo volverá recargado. La experiencia de viajar, de conocer otra gastronomía, una cultura distinta, otras comunidades, es algo que se instaló en cada uno de nosotros. Ese es el gran motivador para viajar, pero también debo decir que, en muchos aspectos, la campaña de miedo que instaló el Gobierno desde el comienzo de la cuarentena dio sus frutos. Entonces, la actividad turística, que necesita de la previsibilidad y de la confianza, hoy no encuentra eco en ninguna de las dos. En ese escenario, hay muchas alternativas que harán compleja la vuelta del turismo como lo conocíamos. Muchas veces nos detenemos en el aspecto turístico, y lo que acá cambia es la vida. Hay un nuevo ordenamiento hasta que salga la vacuna y debemos entenderlo. La distancia social y el tapabocas llegaron para quedarse y, a partir de ahí, todo cambia. Muchas de las experiencias turísticas que vivíamos antes tendrán que modificarse. Argentina tiene una gran posibilidad de convertirse en un centro receptor del turismo, primero porque tenemos baja densidad poblacional, que hace que sea difícil la saturación de la cantidad de gente en una misma jurisdicción, y en segundo lugar porque contamos con muchos destinos de naturaleza. Esto significará un punto fuerte, aunque con medidas económicas como las que se lanzaron esta semana nada de esto sirve. Pareciera que acá estamos decididos a expulsar a la gente de la Argentina. Son medidas que no se entienden ni se justifican, y que ya demostraron su fracaso en años anteriores. No sé cuánto de esto va a poder ser revertido. Esperemos que sí, pero pienso que se está cometiendo un error enorme con la actividad turística porque hay cosas de las que no se vuelven.

¿Los preocupa la temporada de verano?

-Estábamos preparados para trabajar en la temporada de invierno. No pudimos hacerlo. Pensamos que en agosto hubiera sido un buen mes para lanzarlo, pero no se pudo. Tenemos todos los protocolos para trabajar, pero falta la voluntad política. Con respecto a la temporada de verano, estamos en la misma situación. Acá hay que resolver un conflicto mayor. Eso implica plantearse lo siguiente: ¿esperamos a la vacuna escondidos en nuestras casas o enfrentamos al COVID-19 saliendo a trabajar y haciéndonos responsables, individual y socialmente, de cumplir con todos los pedidos que hace el Ministerio de Salud? Europa volvió a abrir y crecieron casos y muertos, pero no puede volver atrás. Acá hay que tomar esa decisión.

¿Quedaste conforme con la Ley de Sostenimiento y Reactivación de la Actividad Turística Nacional? ¿Fue la mejor ley posible?

-No, no lo es. Podría haber sido mejor todavía, pero es una buena ley. Tiene aspectos interesantes, como la posibilidad de que el Banco Nación otorgue créditos al 0% durante un año o al 20% los dos años siguientes. Es una alternativa válida e interesante. El Programa de Preventa, si se puede llevar a la práctica, es espectacular. Es la mayor inversión que ha hecho un gobierno argentino en la actividad turística. Ahora, el proyecto de Maurice Closs incluía un ATP del 75%. El del 50% no alcanza más. Hace meses que las empresas del sector pagan parte de los salarios y costos fijos con ingresos cero. La norma podía ser mejor, pero teniendo en cuenta todas las circunstancias que la rodearon, se podría decir que es una buena ley.

¿Están hablando con el Gobierno nacional por la reglamentación?

-Sí, estamos terminando un documento consensuado con todas las entidades asociadas a la CAT para presentárselo al Ministerio de Turismo y Deportes para que se contemplen los puntos que observamos, varios de ellos indispensables. Con esto último me refiero a aspectos que no quedaron bien resueltos y detalles no menores a la hora de comparar los ATP contra el mismo período del año anterior. No está aclarado a qué se refieren cuando hablan del porcentaje. Es un error de la urgencia, por eso habrá que reglamentarlo con claridad para que no haya sorpresas. Además, cuando se habla de la comparativa 2019-2020, se tiene que hacer referencia a una moneda constante, porque con una inflación del 60% la comparación sería de peras y melones.

¿Les hablaron de algún plazo para que salga la reglamentación? Debería ser relativamente pronto, no sólo por la urgencia de poner en marcha las medidas impositivas, sino también por el Programa de Preventa, ya que prevé la devolución del 50% de los viajes comprados hasta diciembre y ya estamos casi en octubre.

-Sí, ese es otro de los temas. Si a esta ley la hubiésemos sacado hace cuatro meses hubiera sido más espectacular que ahora. De movida, hay muchas empresas que no podrán aplicarla porque tuvieron que cerrar. Eso es imperdonable, teniendo en cuenta que la CAT presentó el pedido de declaración de la emergencia turística el 13 de marzo. Lamentablemente, desde ese punto de vista, esto no va para ningún lado y todos los días estamos un poco peor. De acuerdo a lo conversado con el ministerio, creemos que la ley podría salir publicada en un par de días y en una semana estaría la reglamentación.

¿Les comentaron cuál será el tope para las devoluciones del Programa de Preventa?

-Se está hablando de un tope aproximado de 200.000 pesos. Justamente estamos impulsando que sea lo suficientemente alto para invitar a aquellos argentinos que normalmente viajan al exterior porque es más barato a que se tienten a quedarse y recorran un país increíble.

Elías, sobre el nuevo cepo: "Es un robo por donde se lo mire"

¿Qué te generó la fuerte disputa que hubo entre oficialismo y oposición durante la sesión en la que se sancionó la ley para turismo?

-Me dio una profunda vergüenza. Realmente me pareció de un nivel muy bajo, exhibido en televisión. El que asistió en vivo a la sesión tuvo que ser parte de ese bochorno. Es preocupante que la política se maneje de esta forma, mientras en el recinto había dos leyes para tratar, una de ellas la del turismo. Era imprescindible para evitar más quiebras y ni eso impidió el bochorno al que asistimos como ciudadanos. Esperamos que no se repita más, pero no tenemos mucha fe en que eso no vaya a ocurrir.

¿Qué implicaría que la Justicia haga lugar al amparo presentado por Juntos por el Cambio y que se declare nula la sesión?

-No soy un experto legal en el tema, y de hecho pareciera que ellos tampoco. Porque si un grupo consideraba que la sesión era inválida y otro creía lo contrario, da la sensación de que no lo entendieron. El dilema acá es la sesión. Si el protocolo estaba vencido y no se podía trabajar remotamente, es inválida. En ese caso, la judicialización que impone Juntos por el Cambio es valedera. Nosotros tenemos un problema enorme como actividad turística, pero eso no nos invita a aceptar la validez de una legislación que nos ayude bajo cualquier circunstancia. Por algo estamos en democracia. Realmente no pasa por nuestra cabeza analizar si la ley tiene que salir a cualquier precio, porque el fin no justifica los medios. Si la sesión es inválida, entonces la ley también. Resuelvan cómo darle validez a la norma y que sea cuanto antes. Más que eso no se puede decir. Si no es así y la sesión es correcta porque el protocolo no está vencido o porque había alguna cláusula, no lo sé. Pero si es ilegal, nosotros no vamos a plantear ninguna situación que permita que la ley sea válida en esas circunstancias. Sería una locura. Después, si ocurre algo que nos perjudique, no podremos patalear. Las cosas se tienen que resolver dentro del ámbito de la legalidad.

Quedaron en el medio de una disputa por la agenda política y salieron perjudicados de rebote, sin tener nada que ver.

-Todo parece confabulado en contra del turismo, aunque a esta altura hay que aceptar que somos un país muy especial, en el que no se puede trabajar y pensar en el negocio propio. Hay que trabajar leyendo todos los días el diario para ver qué decidió el gobierno de turno y cómo nos afectan las medidas. Se nos impide trabajar y se nos cercena permanentemente la posibilidad de crecer.

Muchos empresarios me dijeron que los anuncios del Banco Central son el golpe de gracia para el sector. ¿También lo ves así o es ser muy pesimista?

-No, es poco pesimista. Si esto no se excepciona de alguna manera, será un desastre. Cualquier cálculo que se haga será poco. El único punto positivo que le encontré a las últimas 48 horas es que hay dos otras actividades exceptuadas, con lo cual se puede pensar que el turismo también lo esté. Pero si no fuera así, esto será un verdadero desastre. Ya lo fue hace cinco años y volverá a ocurrir en este momento.

Aldo Elías
Aldo Elías

¿Te sorprendió que el Gobierno haya tomado esta decisión y que no haya excluido al turismo, cuando constantemente declama que es uno de los rubros más afectados por la pandemia?

-Lamentablemente hay un desacople entre la acción y la dicción. Se habla con verdadero respeto por el rubro y se entiende la importancia que tiene, pero por otro lado no se hace nada para protegerlo y desarrollarlo. Por primera vez un presidente de la Nación nos recibió en Olivos y se mostró absolutamente convencido de la necesidad de darle una mano al sector. Sin embargo, la ley de emergencia turística sigue sin salir. Entonces, entre lo que se dice y lo que se hace no hay un buen correlato. La propuesta del Programa de Preventa es espectacular y súper generosa, pero no sabemos si vamos a poder verla. El texto dice que debía comenzar el 1° de julio y que termina en diciembre. Estamos a mediados de septiembre y sigue sin empezar. Ya perdimos dos meses de tiempo para poder pre vender la temporada 2021.

El problema es que ni siquiera se solucionó el tema del impuesto PAIS y ya se agregó un 35% más, ¿no?

-Se agregó un robo, no se puede decir de otra manera. Aquel que no paga Impuesto a las Ganancias ni Bienes Personales volverá a ver esa plata dentro de un año cuando le devuelvan esa retención del 35%. Si te guiás por el 60% de inflación que estamos teniendo te van a regresar menos de la mitad de ese dinero. Es un robo por donde lo quieras mirar, pero aparentemente hay gente que no lo ve de esa manera. Son días muy difíciles. Mientras no resolvamos esta cuestión, nos enfrentamos a una situación en la que no podemos ser optimistas en lo más mínimo. Estas medidas impulsadas por el Gobierno sólo favorecen la actividad en negro y la economía informal, y esto es gravísimo. Espero que se libere a la actividad turística de este error absoluto y que podamos empezar a pensar en serio en volver a trabajar, porque no terminamos de discutir un tema y ya nos estamos metiendo en el cepo.

¿Ya hablaron con el Gobierno para intentar arreglar este tema?

-Estamos en comunicación y tratando por todos los medios posibles de encontrar una solución, pero no es fácil.

¿Te imaginás algún mecanismo para que estas nuevas restricciones no impacten con tanta fuerza sobre la industria?

-El único mecanismo es que eximan a la actividad turística, directamente.

Los Agentes de Viajes Autoconvocados están organizando movilizaciones en distintos puntos del país y una marcha al Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación para protestar por este nuevo cepo. ¿Cómo ves este tipo de iniciativas?

-Yo no soy amigo de las marchas. De alguna manera, con lo que me molestan todas las que padecemos en el día a día, no puedo decir: “Ahora marcho”. Las entiendo y las justifico. En muchos casos expresan una angustia muy fuerte y una necesidad de hacer algo más para despertar la atención del sector político. Desde ahí les doy muchísimo valor y me gustaría encontrar una solución antes de que llegue la marcha para evitarnos un espacio de posible contagio de COVID-19, que nunca es bueno.

¿Qué pasa con el turismo estudiantil, que es otro nicho que a esta altura del año vive con mucha incertidumbre?

-Lo que pasa es que el turismo estudiantil está muy atado al comienzo de las clases, y mientras no haya es muy difícil pensar en eso. Si no liberan las clases no lo harán con el turismo estudiantil, que es de contacto estrecho por definición. Está en un limbo ese tema, lo cual no quiere decir que esté descuidado. No dejamos de hablar de eso, pero hay que esperar a la reanudación de las clases presenciales.

¿Qué sensación te deja la cancelación de la edición 2020 de FIT América Latina?

-Se canceló WTM en Londres, está casi cancelado Fitur en enero. Sostener FIT no parecía oportuno en este momento. Creo que es una muy buena decisión de parte de FAEVYT. Para el caso de una feria con tanto atractivo para la gente y que realmente se llena, pienso que no era conveniente.