Pablo De Luca, presidente de CCGLAR, habló con Mensajero en Charlas de Turismo para analizar los desafíos que tiene este segmento de cara a la era post pandemia. 

¿Qué lectura hacés del momento que atraviesa el turismo a nivel nacional?

-Estamos viviendo momentos críticos. Hay casi 6000 agencias paradas, con problemas enormes. Estamos tratando de que las empresas sigan de pie en el día después, que se va postergando cada vez más. Necesitamos ayudas para estar vivos y laburando. Siempre hablamos de que el turismo es el cuarto complejo exportador. Si queremos que lo siga siendo debemos darle una mano al sector, que probablemente sea de los últimos en recuperar un cierto grado de normalidad.

¿Cuál era la situación del turismo LGBT en Argentina al momento del inicio de la pandemia?

-La verdad es que estaba en su mejor momento, salvando las crisis ocasionales que todos vamos sorteando. Arrancamos enero con un reconocimiento a un trabajo de más de una década que le hizo FITUR a Argentina. Eso lo plantó como un modelo de gestión público-privado para la promoción de un destino para viajeros y viajeras LGBT. También nos disparó un importante grado de visibilidad en el trade a nivel internacional. Más allá de todo, no quiero dejar de lado que veníamos trabajando muy fuerte en la consolidación del trabajo que realizamos con la Red Federal de Turismo LGBT en Argentina. Hace cinco años empezamos a compartir la experiencia con otros destinos que estaban interesados, más allá de los tradicionales, y hoy somos 65 personas en distintos municipios y provincias que trabajamos de manera orgánica y horizontal, alineados con la estrategia del país cuando sale a comunicar.

¿Cuál es la importancia que tiene este segmento para el turismo argentino en materia de arribos y nivel de gasto? ¿Es un pasajero con alto poder adquisitivo y que viaja varias veces al año?

-Cerramos 2019 con casi 540.000 visitantes de la comunidad LGBT, un número enorme que nos plantaba como uno de los principales países en la región. Ese era uno de los grandes objetivos cuando comenzamos con todo esto. La idea era obtener un crecimiento estimado del 11% para este año, pero marzo nos cortó por la mitad, puso al turismo en cero y reseteó la economía. Yo trato de romper el prejuicio de que los viajeros de este segmento son más ricos o pobres que el resto. Somos exactamente iguales que todo el mundo. En el hemisferio norte viajamos 6 veces más y en América del Sur viajamos 3.4 veces más que la media. Eso es lo que hace más atractivo al colectivo.

¿Creés que la pandemia le generará nuevas necesidades a los pasajeros de este nicho?

-Lo primero que hicimos fue chequear y comparar cómo era el comportamiento durante la crisis máxima de la pandemia en mercados emisivos hacia Argentina. Vimos que el 69% del colectivo LGBT en el mercado norteamericano afirma tener un deseo contenido extremo de volver a viajar, aunque acá notamos un cambio. Entre los primeros dos o tres motivadores siempre estaba la seguridad legal de las identidades u orientaciones sexuales de las personas al momento de visitar un destino, y ahora se sumó cómo fue el manejo de la pandemia en cada lugar. Es decir, el turista se preocupa por cómo los van a tratar por ser miembros de la comunidad, pero también por la manera en la que se gestionó la crisis sanitaria.

¿Qué deben hacer para reinventarse?

-Desde nuestro lugar generamos mayor contenido para llegar a los destinos que no habíamos alcanzado y para aportarles herramientas nuevas a los prestadores que no conocían cómo trabajar con el turismo LGBT. Eso nos hará distintos y más fuertes con respecto a nuestra competencia porque, al resetearse la economía, muchos destinos que quizá no habían hecho tanto ahora estarán en igualdad de condiciones con nosotros, que llevamos más de una década de trabajo. Por eso es importante que hagamos cosas distintas.

¿Eso puede poner en riesgo el posicionamiento logrado por Argentina en los últimos años?

-No creo que sea borrón y cuenta nueva. Lo que sí sucede es que se reseteó el juego, pero la experiencia, los mercados que ya nos conocen y el posicionamiento que teníamos previamente jugarán a favor nuestro. Hay que fortalecerlo, y hasta hoy tenemos el compromiso de parte del Inprotur de seguir adelante para que Argentina sea el gran destino elegido en América Latina cuando hablamos de turismo LGBT.

¿Qué otros países de la región están bien plantados en el desarrollo de este segmento?

-Uruguay y México trabajan muy bien. También hay otros que se suman que anteriormente no trabajaban el segmento, como Colombia y Chile. Brasil tiene la realidad de que el propio Gobierno se la pasa hostigando y atacando a la gente de nuestro colectivo, promoviendo el odio. Está mal que lo diga así, pero eso genera una oportunidad extra para Argentina. En WTM Londres había operadores que se preguntaban cuál era el riesgo de visitar destinos como Brasil. Aquellos que los visitamos sabemos que forma parte más de una campaña política que de la realidad, pero influye a la hora de elegir un destino porque la seguridad basada en la orientación sexual está primera entre las cuestiones a tener en cuenta antes de un viaje.

"El colectivo LGBT será de los primeros en viajar"

¿Y a nivel nacional? ¿Qué municipios o provincias son las abanderadas?

-A esta altura son muchas. Si miramos 10 o 12 años atrás comenzó en tres o cuatro ciudades y hoy son muchas. Me encanta el trabajo que hacen Rosario, Neuquén y Puerto Madryn. Pero no se pueden dejar de lado otros lugares como Mendoza, Ushuaia e Iguazú. Me van a matar los que no nombre, pero hoy son un montón. Hay 63 municipios o provincias que trabajan fuerte en este tema y de manera colaborativa. No compiten entre sí, sino que tratan de promover una región. En los últimos tiempos se sumaron Corrientes, Catamarca y La Rioja. Podría decir que casi la totalidad está en este segmento y lo hace muy bien.

¿Cuál es el primer paso que debe dar el sector privado que trabaja con el turismo LGBT para retomar el camino abandonado allá por marzo?

-Lo primero tiene que ver con entender que no somos tan distintos a la sociedad en general. Si el inicio se va a dar por el turismo doméstico y el turismo rural o de aventura, hay que empezar a buscar qué parte de nuestro colectivo elige eso. La voluntad de salir está ahí. En cuanto las reglamentaciones lo permitan, la gente va a viajar. En la región se mueren por venir a visitar destinos que ahora se transforman en conocidos porque se priorizarán la naturaleza y la aventura. El colectivo LGBT será de los primeros en viajar, aún antes de tener una plena seguridad sanitaria. Aprovechemos esa oportunidad capacitándonos para hacerlo con respeto y sin esperar el resultado inmediato. Hay que trabajar a mediano plazo.

¿Cuál es el atractivo que ven los pasajeros en Argentina?

-Son varios y también tenemos medido que es un destino que los visitantes repiten. Lo vemos con gente que vino tres, cuatro o cinco veces y que vuelve con sus familias o amigos. Les encanta nuestra gente, la gastronomía y los vinos. Ese es uno de los principales motivadores. Después se valora mucho que no tenemos guetos. En Madrid y París, la vida LGBT se concentra en algunas zonas. En Argentina eso no sucede. Estamos mezclados con todo el mundo y esa es una de las cosas que gustan mucho. Después pasa que algunos vienen interesados sólo en Puerto Madryn y pasan por Buenos Aires simplemente como una escala para llegar al lugar que quieren conocer.

¿Qué cuestiones hay que tener en cuenta a la hora de promocionarse como un destino inclusivo?

-Nosotros concientizamos a la gente que lleva adelante los destinos. Les decimos que no sólo es importante mantener capacitados a sus prestadores, sino que las personas que nos cuidan y transportan también deben tener conciencia de todo esto. Por eso celebro que hoy haya un Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad que ponga énfasis en la perspectiva de género y luego en el respeto a la diversidad basada en la orientación sexual. Esa es una doble garantía para los visitantes. Cuando algo es política de Estado, es cuestión de tiempo para que forme parte de la cultura. Yo sé que una ley o un ministerio no cambian las cosas de un día para el otro, pero implica el primer puntapié y tener los cimientos bien hechos.

¿Cuánto avanzó Argentina en el desarrollo del turismo LGBT y cuál fue el punto de inflexión?

-Hace 13 años empezamos con esto, luego de una visita de Enrique Meyer a un evento muy chico. Él dijo que esto iba a ser política de Estado y que se iba a promover al territorio como amigable hacia el colectivo. Si miro aquella época hasta hoy, pasaron muchas cosas, pero hubo un punto de inflexión clarísimo, que fue en 2010 cuando se promulgó la ley de matrimonio igualitario. Eso nos dio un aval real para promocionar. Ya no se trataba de difundir al país porque es muy lindo, porque la gente es maravillosa o porque tiene mucho para ofrecer, sino porque nuestros visitantes podían adquirir los mismos derechos civiles que los locales. Ese fue un mensaje fuerte. Dos años después salió la ley de identidad de género. Si tuviera que pensar qué falta, creo que habría que incluir, a nivel federal y en una ley antidiscriminatoria, a la orientación sexual y a la identidad de género como motivos que no pueden ser parte de la discriminación. Nos falta eso.

¿Cuál es el espejo en el que hay que mirarse a nivel internacional?

-Hay países como Canadá que me encantan por su manera de trabajar. También los Países Bajos y algunos lugares de España. Después hay destinos a los que me daría un poco de miedo ir, como Rusia o determinados países de Medio Oriente. Ahí tenés que invisibilizarte, y hacer eso implica no ser vos mismo.

¿Cómo era hacer turismo para una persona homosexual, transexual, bisexual, no binaria o con cualquier orientación sexual distinta a la heterosexual hace 15 o 20 años?

-Básicamente era invisibilizarse. En 2003 se incluyó la posibilidad de tener uniones civiles y la ley antidiscriminatoria en CABA. En ese año era muy difícil salir del armario en el trabajo y hasta con tu familia. Y estamos hablando de 2003, que en términos de historia es prácticamente nada. Hace menos de 20 años, decir tu orientación sexual ponía en riesgo muchas cosas. Actualmente parece anacrónico pensar en eso, aunque aún en el día de hoy hay gente que sigue sufriendo vulneraciones, sobre todo en el colectivo trans travesti. Principalmente, en la violencia y en la dificultad de acceso al trabajo. La ley de cupo laboral trans es otra de las grandes deudas que tenemos como sociedad.

¿Gnetwork sigue firme para noviembre o van a revisar su realización?

-La fecha está guardada, pero estamos siguiendo paso a paso la evolución de la pandemia. Ya tenemos fecha para 2021: será del 3 al 6 de agosto. No cancelamos la de 2020 porque la opción que manejamos es llevar a cabo una actividad virtual, en el caso de que no se pueda hacer.

¿Qué acciones estuvieron desarrollando desde CCGLAR para contener a sus miembros durante estos meses?

-Tomamos todo el contenido que habitualmente se presenta en Gnetwork y lo dividimos en diferentes ciclos de inclusión laboral, comunicación, marketing y capacitación en diferentes campos. Algunos fueron únicos y otros en formatos de tres o cuatro episodios, junto a empresas que forman parte de nuestra asociación. Estos desarrollos los hicimos desde el día uno y continuaremos hasta noviembre, cuando analizaremos si se hace la edición presencial o virtual, aunque es más probable que suceda lo segundo. También propusimos el Día Internacional del Turismo LGBTQ. Nos sorprendimos porque se sumaron más de 30 países. Hubo más de tres millones de personas posteando cosas en sólo 24 horas. También apoyó el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación. Esta iniciativa busca celebrar la historia de los pioneros y pioneras que nos hicieron un poco más fáciles los destinos a la hora de viajar. Cada año elegiremos a un hombre o mujer de un país diferente para recordarlo.