El país vecino busca liderar la reapertura regional promoviendo una serie de normativas que garanticen seguridad a sus visitantes.

Si bien las consecuencias negativas de la pandemia siguen vigentes en el turismo latinoamericano, son muchos los destinos que, lejos de esperar de forma pasiva la reactivación de la actividad, comienzan a generar alternativas que "emparchen" la problemática que vive la industria. Es que la idea que comenzó a surgir en torno al nuevo turismo y las posibles futuras pretensiones de los consumidores abrió el juego a que los representantes de los distintos sectores muevan las piezas pensando en el día después.

Tal es el caso de Uruguay que, dicho sea de paso, recibe una gran cantidad de argentinos en sus centros turísticos. Desde el otro lado del Río de La Plata preparan un plan de protocolización para dar garantías tanto a los trabajadores como a los usuarios. Las mismas fueron propuestas por el sector privado, en una muestra de trabajo mancomunado con el Ministerio de Turismo.

Siete fueron los protocolos anti COVID-19 para diferentes sectores que presentaron diferentes asociaciones pertenecientes a la Cámara de Turismo uruguaya, en los cuales trabajaron médicos, prevencionistas y actores de la industria. Así, el gobierno nacional espera que estas medidas coloquen al país en una posición de liderazgo en la región una vez que se reactive la actividad.

Estas normativas incluirán la desinfección, los comportamientos y la prevención, así como también procedimientos de comunicación ante sospechas de alarma. Posteriormente, la aplicación y el respeto del protocolo por parte del sector privado derivará en la creación de un sello sanitario que distinga al destino.