Faltaban algunas horas para que se termine el plazo y salvar a Alitalia. El primer golpe lo dio Matteo Salvini, el viceprimer ministro italiano y líder de la Lega Norte, quien confirmó en un programa de televisión de la Rai que "la solución era inminente y pasaba por Atlantia" (el grupo titular de las autopistas del norte de Italia, propiedad de la familia Benetton, que había sido acusado de negligencia por el propio Salvini respecto de la caída del puente Moretti, con más de cuarenta muertos, en la ciudad de Génova).

Sin embargo, apareció en escena Claudio Lotito, a quien no se le conoce experiencia en el negocio de la aviación, pero sí que ha sido objeto de diversas investigaciones judiciales por evasión fiscal, presentó el martes a última hora su oferta que ahora debe ser analizada para ver si los números y la disponibilidad financiera declarada se corresponde con la realidad.

O sea que, de pronto, el gobierno italiano –formalmente la compañía ferroviaria Ferrovie dello Stato, pero en la práctica el gobierno– deberá ahora escoger un inversor para el futuro de la aerolínea más importante de Italia, tras dos años largos de suspensión de pagos e intervención estatal.

Ayer, finalmente, Atlantia dijo a los medios que no tiene intención de participar en el rescate de Alitalia y que su plan de negocio no contempla asumir este desafío (Alitalia, a una semana de cerrar).

El sábado, definitivamente, debería haber una solución al futuro de la compañía aunque, tras tres aplazamientos de la misma, siempre cabe una decisión muy italiana que es la concesión de una cuarta prórroga a ver si un día termina de decidirse qué hacer.