La Audiencia Provincial de Madrid le fijó una condena de 10 meses de cárcel por apropiación indebida en la venta de pasajes marítimos a Baleares. El caso se remonta a la maniobra que empleara el ex presidente del Grupo Marsans en plena debacle junto a su socio Gonzalo Pascual -fallecido en 2012- de intermediar pasajes de transporte naviero entre 2008 y 2009, por medio de sus sociedades Viajes Marsans, Viajes Crisol y Rural Tours. Una vez que cobraban la comisión pertinente liquidaban el importe mediante una batería de pagarés, que en la mayoría de los casos no tenían fondos.

La condena pedida por la Fiscalía era de 5 años pero un acuerdo entre el abogado de Ferrán y la Fiscalía se la redujo a solo 10 meses, que no cumplirá efectivamente en la cárcel, ya que desde enero del 2018 goza de la excarcelación tras el fallo de la Audiencia Nacional por haber cumplido la mitad de los 10 años que se le impusieron por varias causas penales relacionadas con el aparatoso hundimiento de Marsans. La Audiencia Nacional tuvo en cuenta su buen comportamiento, su avanzada edad y sus problemas de salud.

Haciendo memoria

Sus problemas procesales comenzaron en 2012 cuando fue enviado a prisión incondicional sin fianza. En septiembre de 2015 se le sentenció a 5 años y medio por alzamiento de bienes, concurso ilegítimo, blanqueo de capitales e integración en trama criminal por el escándalo Marsans.

Luego le agregaron 2 años y 2 meses a la sombra por deudas a Hacienda de casi 100 millones de euros en la adquisición de Aerolíneas Argentinas. Y más tarde le recetaron otros 2 años por apropiación indebida de 4,4 millones de euros pertenecientes a los usuarios de los servicios de su conglomerado.

Según el medio español Crónica Global esta es la sucesión de hechos que destruyó el que fuera uno de los conglomerados ecoómicos más importantes de la Península Ibérica: 

"El propio Díaz Ferrán fue objeto de una petición de quiebra necesaria por impago de unas obras en su mansión de Mallorca.Los 650 empleados de su aerolínea Air Comet se declararon en huelga debido a que no percibían sus salarios.

Adicionalmente, un juzgado madrileño lo imputó por un fraude tributario de 100 millones en Aerolíneas Argentinas. Por si todo esto fuera poco, más tarde se supo que Air Comet estaba abonando las nóminas de sus plantillas con cheques falsos.

Caja Madrid amenazó con ejecutar a Díaz Ferrán un crédito inatendido de 26 millones de euros. Y de propina, la Dirección General de Seguros del ministerio de Economía ordenó la disolución de Seguros Mercurio, firma aseguradora de Marsans, por la grave situación patrimonial y de liquidez que atravesaba.

Cada uno de estos hechos hubiera bastado para que la cúpula de la CEOE le exigiera la dimisión. Pero ni por asomo pensó Díaz en apearse de la poltrona, ni a sus colegas de directiva se les ocurrió reclamarle el cese. Por el contrario, en repetidas ocasiones los prebostes de la patronal ensalzaron a su jefe máximo.

En vez de tender a Díaz un puente de plata para su inmediato abandono, le brindaron una cerrada ovación y poco faltó para que lo sacaran a hombros.

Sólo una semana después de esa gloriosa aclamación por sus cofrades, sobrevino el hundimiento de Air Comet. Esta compañía dejó tiradas en diversos aeropuertos a más de 7.000 personas, con otras 70.000 afectadas y 650 trabajadores arrojados a la calle. La aerolínea acabó en quiebra y liquidada.

Gerardo Díaz Ferrán perdió todo su andamiaje económico y hoy se dedica a subsistir, a años luz del opulento tren de vida que llegó a disfrutar".