El Gobierno dice que turismo es política de estado y nosotros, como empresarios del sector no tendríamos por qué pensar lo contrario. Realmente creer que un Gobierno no considera al turismo como política de estado nos debería llevar a pensar que no es lo suficientemente inteligente como para ver que esta actividad es la primera fuente de recursos en varios países del mundo. 

En general, cuando se piensa en la economía en nuestro país se la reduce a lo que genera la industria y el campo, olvidándose de todo lo que produce el turismo en el desarrollo de las economías regionales, tanto por la mano de obra que emplea como por los impuestos que tributa.

Si entendemos que este es el enorme potencial que tiene la actividad turística, es muy positivo seguir peleando para que los Gobiernos lo adviertan de la misma manera, de esa forma lograremos que pongan esa silla que merecemos tener a la hora de definir las políticas económicas. El turismo es una actividad económica que merece ser tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones.

Actualmente atravesamos una situación crítica como país, y cuando uno pasa por una crisis económica, lo primero que recorta son los gastos que podrían considerarse superfluos, y uno de ellos es el turismo, porque si una persona no viaja, vive igual pero si no come, no. En estas situaciones generalmente se dejan de lado las salidas por ocio, el ir a comer afuera, viajar...

Además, hoy la hotelería está atravesando por una transformación muy grande, que se inicia desde el proceso de reserva, que antes se hacía a través de un teléfono y hoy es una reserva online donde en muchos casos ni siquiera interviene un ser humano. 

Antiguamente a los pasajeros les importaba si había un recepcionista que los reciba, un conserje que lo ayudara en sus consultas, una telefonista que los comunicara al exterior, que el bellboy le llevara la valija. En la actualidad ya no importan tanto esos servicios, porque en las encuestas contar con una buena cama y una buena conexión de wi fi lideran las preferencias. 

Sin embargo, nosotros vendemos servicios y lo único que se lleva el pasajero es la felicidad por la experiencia que vivió y en esto influye mucho el comportamiento de la persona que trata a diario con el turista, tanto en la recepción de un hotel como en un bar o restaurante. 

Por eso el foco tiene que estar puesto en capacitar, es fundamental, porque al enseñarle a nuestro personal cómo debe cuidar a los visitantes, como atenderlos de la mejor manera posible, logramos que se vayan satisfechos y quieran volver. 

Otro factor fundamental también es guiar al empresario. Hoy la situación cambió y no se puede explotar un establecimiento de la misma manera que se hacía hace 50 años. Definitivamente las épocas cambiaron. Una persona que no haya evolucionado con la tecnología, hoy es muy difícil que lo logre. Las nuevas tecnologías, la forma de liquidar impuestos, el estado de las reservas, sólo como ejemplos, cambiaron por completo y todos esos cambios deben alcanzar al empresario, sin dudas.

Ahora bien, la realidad de la actividad turística en Argentina vista desde FEHGRA es muy diversa, porque Argentina es muy diversa. Al representar a la hotelería y a la gastronomía de todo el país cada escenario es diferente, porque la economía y el aspecto social en sí es distinto en cada región. 

Obviamente, el momento que vive el país siempre termina afectando al sector turístico de alguna forma. En este momento nos toca atravesar un tiempo difícil, porque la situación económica y social del país no es buena. No podemos hablar de una excelente realidad de un sector cuando está inmerso en un contexto desfavorable y complejo. La situación de crisis que vivimos en Argentina, con todas sus consecuencias, se aplican también al turismo emisivo y receptivo.

La actividad privada entiende que es muy importante buscar la forma de combatir la estacionalidad. El gran secreto del turismo está ahí. No sirve de nada decir que tuvimos una ocupación excelente durante dos fines de semana largos fuera de las altas temporadas y el resto del año tener el establecimiento cerrado o con una ocupación casi nula. A eso hay que apuntar, a eliminar la estacionalidad de los destinos.

Hay destinos, como Mendoza, que trabajaron mucho para romper un poco esa estacionalidad. Pasaron de algo muy marcado a algo más parejo, Mendoza lo hizo con el enoturismo. En la provincia de Buenos Aires tenemos conversaciones con la Subsecretaria de Turismo, Martina Pikielny, y ella ve claramente este tema y se están desarrollando acciones para romper esas altas y bajas tan pronunciadas. 

Hay que tratar de fomentar los viajes hacia los destinos cercanos en cada una de  las distintas localidades. Hay mucho capital invertido en establecimientos hoteleros o gastronómicos en todo el país, para que después terminen trabajando solamente los dos o tres meses de la temporada. Eso es mano de obra que se termina perdiendo. 

Tenemos que buscar atractivos turísticos en los distintos lugares para convencer al visitante que viaje todo el año, y en estos casos es muy importante el turismo social, que está muy poco desarrollado en la Argentina.

Si uno mira lo que hacen en España, y hablamos de un país que tiene 87 millones de turistas por año, veríamos un claro ejemplo de trabajo público y privado que permite romper la estacionalidad. 

Hay destinos como Galicia, que pasaron de trabajar tres meses en el año, a una fuerte actividad durante todo el año.

Esto se debe a una alianza estratégica entre un organismo del Estado, el usuario y el establecimiento hotelero o gastronómico. Son acuerdos de forma tripartita donde el Estado subvenciona con una parte, el hotelero fija precios adecuados, y el pasajero paga una tarifa mínima, y con eso se genera todo un movimiento turístico más allá de la estacionalidad.

Cuando acá se habla del tema, parecería que los esfuerzos solamente los tiene que hacer el privado, y que el Estado se limita sólo a publicitar lo que el privado está haciendo. Lamentablemente así no funciona la actividad turística en el mundo. La participación del Estado es más activa y en lo económico también. Eso, en definitiva, no es una pérdida para la economía del país, porque lo recupera en más trabajo, y más impuestos por la mayor actividad.

Los españoles justamente no son incautos en este tema, y a las pruebas nos remitimos, porque los resultados están a la vista. No es tan difícil hacerlo, si otros pudieron lograrlo, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros?