Cuando se anunciaba que el Ministerio de Turismo de la Nación sería degradado a Secretaría de Gobierno de Turismo nos preguntábamos qué significaría para el futuro de la actividad y de qué manera la afectaría, tanto para el desarrollo y la sustentabilidad del turismo interno, como del turismo receptivo. 

Muchos organismos públicos provinciales, y también las entidades gremiales-empresarias de todos los rubros que abarcan a la actividad, expresaron su preocupación y su desacuerdo con el retroceso del empoderamiento que se había alcanzado. 

Sin embargo, de una u otra manera todos se alinearon detrás del hoy Secretario de Gobierno, Gustavo Santos, y se juramentaron continuar el trabajo iniciado hace ya varios lustros entre el sector público y el sector privado. 

Difícil de olvidar lo que vino después de la salida del último Presidente Radical, Fernando de la Rúa, desde los techos de la Rosada en helicóptero. Caos, violencia, Riesgo País por encima de los 1000 puntos, devaluación asimétrica, desempleo, cuasi monedas y todo lo que cada uno quiera agregar según su propia experiencia.

Con ese escenario de furia y desconcierto, con una Argentina empobrecida y, fundamentalmente, con un mundo mirando con desconfianza, la industria sin chimeneas, a pesar de los puristas que se resisten a calificar al turismo como industria, la actividad turística, fue un pilar importantísimo en la recuperación económica del país.

La generación de empleos, el ingreso de divisas y la sustentabilidad de las economías regionales fueron un fuerte respaldo para la reactivación económica de aquel momento.

Hoy nos encontramos con un país atravesando un momento también difícil a nivel económico, con sueldos devaluados, insumos dolarizados, inflación sin techo y una grieta que cada día se profundiza más y más. No es 2002, pero se le quiere parecer bastante.

"La generación de empleos, el ingreso de divisas y la sustentabilidad de las economías regionales fueron un fuerte respaldo para la reactivación económica en 2002”

Con este nuevo escenario, el presidente Macri quiere apostar al turismo como una de las actividades económicas más importantes para iniciar la recuperación de este nuevo período de crisis. Al menos eso nos hace notar en cada discurso pronunciado por él y sus funcionarios más cercanos.

Esto no sólo producirá el ingreso de divisas por su carácter de exportación no tradicional, sino también por el desarrollo del turismo interno, que permitiría mantener e incrementar los puestos de trabajo, mayor recaudación fiscal y derramar riquezas hacia las clases más desfavorecidas.

Pero como buenos hombres de negocios que son, parecería ser que algo no entendieron, o al menos se les está pasando por alto. Para cosechar, primero hay que sembrar.

La administración MM, que ha demostrado tener un profundo interés en la actividad turística, habría presentado una muy importante reducción del presupuesto para la hoy Secretaría de Gobierno de Turismo durante el ejercicio del año 2019. 

Algo que no debería suceder porque el presupuesto de la cartera de turismo debería generarse con la recaudación del impuesto -el viejo y conocido DNT- aplicado por ley a los pasajes emitidos en el país con destinos más allá de las fronteras argentinas. 

Esa recaudación debe ser aplicada para la promoción de la actividad tanto en nuestro país como en el exterior, algo que se vería reducido por el recorte.

Entendemos que el Secretario Gustavo Santos debe ser un soldado incondicional del Presidente Macri, y un soldado apoya siempre la gestión de su superior, aunque a veces pueda no estar de acuerdo, pero el sector privado debería dejarse oír intentando hacer ver la necesidad de recuperar el presupuesto, que no sería un aporte del erario, sino una recaudación genuina para un fin definido por una Ley.

A veces con parecer no alcanza.