Nueve años después, la Argentina dejó de ser un “mercado fronterizo” para pasar a ser uno “emergente”. La esperada recategorización la dio a conocer esta semana el MSCI, y fue celebrada ampliamente por el gobierno nacional. Para el “super ministro” Nicolás Dujovne, esta situación propiciará la creación de fuentes de trabajo y el desarrollo de inversiones.

Un diagnóstico similar elaboró parte del empresariado vinculado al turismo, como bien retratamos en esta edición. Para ellos, referentes de de la actividad, la noticia es altamente positiva y representa la coronación de un trabajo en conjunto que se viene realizando desde la asunción de Macri: había que reinsertar al país nuevamente al mundo. Era la premisa, y se logró. Pero aún queda mucho por hacer.

Casualmente, la Argentina descendió como “mercado fronterizo” en 2009, cuando Cristina Fernández de Kirchner, por ese entonces presidenta de la Nación, dispuso restricciones al movimiento de capitales extranjeros.

Pero más allá de la celebración, este es un voto de confianza que pone en un compromiso al Estado, que deberá acomodar sus números, pero sobre todo a los empresarios de la actividad, tan acostumbrados a reclamar soluciones mágicas.

Son ellos quienes deberían apostar por la economía local, generar fuentes de trabajo e invertir, invertir como nunca antes lo han hecho. Dar muestras de sobriedad, porque no habrá capital extranjero que se la quiera jugar por un por país con empresarios mezquinos y avaros. Si ellos no los incentivan, nadie más podrá hacerlo. Y la única forma de lograrlo es con la inversión privada.

No en vano, tuvieron que pasar nueve años para que nuestro país se reinserte a nivel mundial, reconstruya los lazos quebrantados y retome esta posición de privilegio que comparte, entre otros, con India, Corea del Sur y China.