Semanas atrás alertamos de la precaria situación que vivía la empresa Marsans Internacional Argentina en nuestro país.
En aquella ocasión hablábamos de un final incierto y con grandes probabilidades de hacer mucho ruido si caía.
Lamentablemente, más allá de la aclaración que realizó la empresa, en un mensaje sin firma, distribuido a través de una empresa especialista en la distribución de correos electrónicos para la industria de los viajes y el turismo, el alerta se transformó en una dura realidad.
Más de cincuenta familias quedan sin trabajo y gran cantidad de proveedores podrán enmarcar los cheques sin fondos recibidos como un amargo recuerdo de sus relaciones con el gran operador español.
En muchas ocasiones hemos hablado de que nadie está exento de tener problemas económicos en su empresa, y que muchos de esos problemas pueden ser ajenos a la voluntad de sus directivos, pero éste no es el caso.
Marsans Internacional Argentina Sociedad Anónima tenía un directorio argentino que reportaba directamente a los dueños de Viajes Marsans en España.
Si bien recién el 6 de enero, como un regalo de Reyes, han decidido “enviar urgentemente a un auditor ejecutivo del grupo con plenos poderes para examinar de primera mano y tratar de solucionar los problemas suscitados” (sic), lo cierto es que esta situación se viene gestando desde hace más de dos años y nada tiene que ver con la expropiación de Aerolíneas Argentinas.
De hecho, siendo los dueños de Aerolíneas Argentinas y Austral y teniendo convenios para desarrollar y vender programas turísticos del país y de Europa, Cuba, México, etc., es difícil de entender que no hayan intentado monopolizar el mercado argentino como en su momento lo hicieron Sol Jet y más tarde Optar.
Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual dicen ahora que la filial argentina es una compañía de gestión independiente y que su presidente ejecutivo, Luis Magariños, «ha informado de una serie de problemas que para valorar adecuadamente requieren acción inmediata». Como si los problemas de liquideces fueran una novedad surgida recientemente.
Parecería ser que una vez más estos serios empresarios españoles nos ven con plumas y taparrabos y pretendiendo cambiarnos oro por baratijas.
Conocemos nuestras falencias como país -más producto de nuestros políticos que por el cotidiano accionar del ciudadano común- pero hace mucho que dejamos de ser crédulos.
Las tres solicitudes de quiebra por parte de acreedores de Marsans Internacional Argentina Sociedad Anónima, son una prueba de que el problema es de larga data, que sólo se soluciona con plata y que los únicos responsables de haber llegado a esta situación viven en España, la madre patria.

Manuel Sierra
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