A pesar de que en estas páginas advertimos tres meses atrás que la aerolínea de bandera volvería a ser el ministerio del Aire, los dos grandes diarios nacionales le dedicaron importantes espacios a la situación actual de Aerolíneas Argentinas y Austral como si esta dura realidad fuera algo nuevo para las arcas del país.
La pérdida operativa y la falta de rumbo de la empresa recientemente restatizada con la anuencia de legisladores nacionales en complicidad con funcionarios de la administración CFK y algunos dirigentes gremiales, es la consecuencia de un contubernio realizado para alcanzar un nuevo botín de caza y no para mejorar la calidad del transporte aéreo nacional.
De hecho, la re estatización aún no ha concluido, porque el 94,41% de Aerolíneas y 98% de Austral todavía permanecen en poder del grupo Marsans.
Como bien dicen Clarín y La Nación, el Poder Ejecutivo todavía no ejecutó la ley del Congreso que permite la expropiación de la empresa y las razones de la demora habrá que buscarlas en que aún no se encontró la forma en que se indemnizará al grupo español.
Mientras tanto las medidas administrativas que se observan en la compañía son arbitrarias y no responden a ningún plan preestablecido para gerenciar eficazmente a la empresa.
La multiplicidad de aeronaves para operar las rutas de Aerolíneas Argentinas y Austral que se están barajando en estos momentos están lejos de ser un buen negocio para la empresa, pero favorece a los dos gremios más fuertes de Aerolíneas y Austral -los pilotos y los mecánicos-, que dieron rápidamente el sí para que se concreten las incorporaciones.
Esta multiplicidad en la compra lleva aparejado un “gasto adicional por gestión de compra” que seguramente no quedará asentado en ningún balance de la compañía.
La gestión administrativa del ministro Julio De Vido, el secretario de Transporte Ricardo Jaime y el directorio nombrado en reemplazo de los ejecutivos del grupo Marsans refleja una sugestiva miopía al momento de tomar decisiones que resulta difícil de ignorar a la hora de evaluar los resultados.
Cuando todos buscan reducir costos, el estado nacional busca incrementar los de la empresa ¿estatal? contratando más personal, adquiriendo aeronaves de diferentes fabricantes y por supuesto sus repuestos correspondientes.
La duda cartesiana pasa por saber a ciencia cierta si esto es así por desconocimiento o está hecho con premeditación y alevosía.
Nadie en su sano juicio podrá argumentar desconocimiento estando pilotos y mecánicos en medio de las decisiones.
Por el contrario, la premeditación y alevosía nos permite especular con que ellos piensan que todos somos tontos.
A usted qué le parece?

Manuel Sierra
msierra@men