Tal cual lo afirmáramos en reiteradas oportunidades, la reestatizacion de Aerolíneas Argentinas será una pesada carga para el pueblo argentino.
La incertidumbre que vive el país en víspera de las próximas elecciones no le impide a algunos funcionarios de la administración K continuar manejando temas de vital importancia para el país -y por qué no para su propia imagen política- con total liviandad, desprolijidad y soberbia.
La semana pasada, el matutino La Nación nos desayunaba de un incremento del 40 por ciento en la cantidad de pasajes de cortesía entregados durante el mes de enero de 2009 en relación al mismo período del año anterior. Casi tres mil tickets más que los entregados por la administración del grupo Marsans al frente de la compañía.
Para aquellos que ejercitamos la memoria y conocemos los viejos manejos de quienes hoy dirigen la aerolínea -léase Jorge Pérez Tamayo y su club privado, prohombres que deben tener hipnotizado a cuanto funcionario se involucre con la compañía- esto era previsible, sin embargo no es un dato menor que también hayan volado casi 130 mil pasajeros menos que en 2008 en el mismo mes.
Sumando, restando y tratando de justificar lo injustificable, el porcentaje de asientos volados a costo cero se hace mucho más importante hoy que hace un año atrás. De menos de un 1 por ciento de cortesías en 2008 saltamos a casi un dos por ciento del total de asientos sin cargo en 2009.
A pesar de la negativa de los funcionarios de confianza -puestos por el ex presidente Néstor Kirchner, el ministro Julio De Vido y el secretario Ricardo Jaime- de la información suministrada por La Nación, todos sabemos que la entrega de pasajes de favor son una tentación difícil de evitar a la hora de recompensar favores de cualquier índole o valor.
Siete mil pasajeros volando gratis a cualquier destino servido por Aerolíneas Argentinas representan casi 20 Jumbos 747-400 completos, más de 30 A340 a pleno, o simplemente unos 45 Boeing 737-500 cargados hasta las alas de felices turistas en viaje de vacaciones. Porque no debemos olvidar que en enero la gente suele salir de vacaciones.
Si fuéramos benévolos en los cálculos tarifarios y pensáramos que estos felices pasajeros sólo volaron a algún destino de cabotaje, podríamos deducir la pérdida en una cifra cercana a los tres millones de dólares.
Por el contrario, si quisiéramos pensar mal y supusiéramos que volaron a Estados Unidos o a Europa, la pérdida se incrementaría a casi ocho millones.
A esta altura de las circunstancias no es muy importante saber quiénes volaron, de hecho estamos seguros que muy pocos lo deben haber hecho por trabajo o en comisión de servicio. La discusión debe estar centrada en por qué debemos ser los argentinos, con nuestros devaluados impuestos, los que tenemos que pagarle las vacaciones a tanta gente que no conocemos. Bueno, a las modelitos del escándalo sí las conocimos.
Cómo es posible que un sindicato -APLA- pueda meterle la mano en los bolsillos a todos los argentinos con tanta impunidad y que nadie en la administración K -que vela por la justicia social y la distribución de la riqueza- se dé por enterado de que esto es sólo el comienzo?

Manuel Sierra
msierra@mens